Del estudio al hotel y de éste al set de grabación. Ése fue el régimen que los participantes de “MasterChef” vivieron en Colombia, país donde se grabó el espacio de cocina. Una condición que pareciera acercar más al programa de Canal 13 a un reality de convivencia que al formato que plantea la licencia internacional que comanda Christopher Carpentier. Una situación que se ha transmitido en pantalla, ya que los participantes de esta tercera versión del programa lucen el trabajo de selección de participantes que realizó el equipo de producción. Tanto con alianza como con conflictos propios de un encierro.
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Este es el resultado de un casting que duró tres meses y que, según el chef nacional, fue un proceso difícil. “Cuando nos juntamos a armar el proyecto, para mí fue súper importante romper con los clichés. Eso funciona, pero la gente quería algo distinto. Mi consejo fue ir a buscar este nuevo Chile, más diverso, migrante, donde la mujer tiene un rol importante. Un Chile real y no en arquetipos o prototipos”, cuenta.
“Los personajes juegan un papel importante porque quedan en la memoria de las personas y se ven reflejadas en ellos. Eso hace que, día a día, la gente quiera ver las historias de esos participantes”, agrega el productor ejecutivo Francisco Callejas, quien agrega otro factor al éxito del programa: los jueces. “Chris está tomando mucha fuerza como una persona que conoce muy bien el manejo de la televisión. Tener a Fernanda Fuentes ha sido muy bueno porque la gente se ha dado cuenta que es muy talentosa en la cocina y es un personaje de televisión en sí misma. Jorge Rausch nos ha dado el tono que necesitamos de claridad y los conocimientos de cocina y de televisión”, expone. Hoy, el programa promedia 11,1 puntos de rating en 13 emisiones (viernes y domingos) y se mantiene en el segundo lugar en su horario.
“MasterChef” sin conductor
Pero eso es solo un aliño en la receta que plantea el programa, ya que, según Carpentier, esta forma de trabajo ha hecho que “se arman grupos donde están conversando de pura cocina”. Una condición que el cocinero siente que también se ha gestado a partir de la decisión de no contar con un animador, como lo hacía Diana Bolocco en las temporadas anteriores. “A mi juicio, no es necesario”, dice, para luego recordar la broma que le hacía Yerko Puchento en “Vértigo” a la actual rostro de Mega: “La molestaba con que trajera el plato y que se lo llevara”.
“El formato funciona mejor de esta manera. Yo trato de hacer que interactuemos de una manera pareja, donde nos sintamos cómodos, podamos opinar y no sea solo yo el que hable. Si te das cuentas, esta manera de hacer el formato nos ha premiado con el rating. Eso demuestra que eso es los requiere el televidente. No quiere una persona hablando sola, sino que todos los participantes y los tres jurados puedan dar su opinión”, analiza Carpentier.
Esto ha hecho también que la competencia se volviera más dura y el aprendizaje de los participantes luce en cada episodio. “La cocina tiene que ser el foco y para eso tenemos a los expertos”, dice, asegurando que la conversación directa entre los protagonistas de “MasterChef” hace que todos se lleven “algo más pragmático. Qué hiciste bien y qué hiciste mal”.
Sobre la elimianción que más lamentó de esta verisón del programa, Carpentier no duda: Maximiliano. “Fue el que más se lo farreó. Lamentablemente, cometió un error y se tuvo que ir”, sentencia.