“No tengo problemas con eso. El primer punk chileno…”, dice Álvaro Peña Rojas al ser consultado por está etiqueta con la que se ha promocionado la historia de su vida. Una que nació en la Quinta Región, donde participó de grupos como Los Dandys, Los Challengers y Los Bumerangs a mediados de la década del sesenta, pero que tuvo su punto de inflexión en Inglaterra, cuando decidió ser parte de una casa ocupa en el 101 de Walterton Road. Ahí se gestó Los 101ers, banda en la que compartió escenario con un joven Joe Strummer, antes de volverse una figura planetaria con The Clash.
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Una historia conocida, pero que se mantiene en el ámbito del culto y la mitología musical. “Claro, ahora están apareciendo todos estos los libros, que sé yo… Ahora hay uno que menciona hasta las canciones que escribí. Lo del primer punk ya no me preocupa porque la gente siempre busca una definición”, cuenta el compositor de 76 años, sentado en la habitación de un hotel en el Barrio Lastarría.
“Al principio, me preocupaba porque la gente decía, ‘Álvaro dice… Él dice…’. Ahora están saliendo los documentos de que yo estuve ahí y que fue un movimiento muy grande. Me están convidando de todas las partes del mundo para hablar de ello, porque el movimiento punk no fue sólo música, sino que fue un manifiesto político muy fuerte que duró muy poco, porque todos se murieron (risas), pero fue muy fuerte. Hay gente que menciona bandas en Perú que tienen cosas parecidas, pero no tenían el contenido político que tuvo”, expone.
“Álvaro: Rockstars don’t wet the bed”
A la fecha, hay varios documentales y reportajes sobre la trayectoria de Álvaro Peña Rojas, pero, según el director Jorge Catoni (ganador de la edición 11 del festival In-Edit por “El Parra menos Parra”), estos trabajos dejan muchas preguntas sin contestar. “Se vende mucho eso del primer punk y que tocó con Joe Strummer, pero nadie se ha detenido en los detalles, como el corazón que tiene en sus zapatos. Tratamos de escarbar harto. Primero, en rescatar su discografía de más de 70 discos. Quisimos mostrar el personaje, tal como es. Él muestra una faceta frente a las cámaras y cuando lo entrevistan, pero nosotros capturamos a cinco Álvaros distintos”, cuenta el director, sobre su enfoque para el documental “Álvaro: Rockstars don’t wet the bed”, que cuenta con la producción de Milton Izurieta y que se estrena este domingo 28 de abril a las 17:00 horas, en el Teatro Nescafé de las Artes.
No hubo guion, todo fue a pulso y de la manera más cercana posible para poder tener la confianza del protagonista. “El personaje se incomoda si uno es invasivo”, dice Catoni, quien decidió abordar a Peña desde su trayectoria como músico.
Y es que el porteño es una especie de Daniel Johnston, que sigue componiendo. Incluso, a principio de mayo entrará al Estudio Del Sur a grabar un serie de canciones inéditas en formato desenchufado. “Él no tiene nada que perder a esta altura de su vida. Hace lo que quiere. El punk le ha servido como etiqueta, pero para mí va más allá. Su obra es inclasificable y trasciende. Él armó su propio cuento y mundo. No anda mirando para el lado para el momento de la creación. Él busca internamente y eso lo hace auténtico”, afirma el director.
“Otras personas se han tomado el punk medio como chiste. Esta gente… Pussy Riot. Yo estuve con ellas hace un año. Hicimos una cosa juntos en Berlín y son más fome que chupar un clavo. Pasó la cuestión. Yo sigo siendo autónomo. No he firmado nada. Sigo siendo minoría”, sentencia Peña.