Es justo cuando el actor Taron Egerton está tocando al piano “Your Song” en la pantalla grande, poseído como Elton John en la cinta “RocketMan”, que la ovación estalla en la sala Lumière. El laureado músico británico es parte de la audiencia, leal a este rey del pop que respira el mismo aire que los asistente a esta función histórica. Todos los presentes aplaudimos la escena que está ocurriendo ante nuestros ojos en la proyección oficial de la esperada película biográfica de la voz de “Tiny Dancer”, con un exitoso estreno en Cannes y una apuesta segura de éxito a partir de este despegue en la Costa Azul.
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Siguiendo el reguero triunfante de “Rapsodia Bohemia”, la cinta biográfica de Freddy Mercury y la banda Queen, “Rocketman” viaja por el mismo riel: una historia oficial bien empaquetada y recreada. De hecho, es el mismo director a cargo del filme sobre el fallecido Mercury, Dexter Fletcher, el que dirigió esta nueva biopic musical, y también estuvo presente en la alfombra roja y en la función.
Al ver la película, no se puede dejar de considerar un elemento crucial en la plantilla del éxito de este producto de mercado. Se trata de un “inside” redentor del protagonista en cuestión, acá un Elton John atormentado y adicto a las drogas, alcohol, sexo y a las compras, trancado por la mala relación que tuvo con un padre ausente y cuya historia comienza cuando asiste, con la intención de recuperarse de su caída a los excesos, a una reunión de AA (Alcohólicos Anónimos).
A partir de ese momento, el cancionero pop del artista acompaña las imágenes de sus primeros años como un niño desadaptado en la Inglaterra del siglo pasado, luego sus años de juventud, pasando por el descubrimiento de su identidad sexual y la fructífera alianza con su “partner” creativo, el compositor Bernie Taupin, interpretado por Jamie Bell. “Rocketman”, que coquetea con algunos guiños a la fantasía, el video clip y al propio Cannes (con la canción de 1983, “I’m Still Standing”, cuyo clip está ambienta en la playa del Hotel Carlton) está diseñada para el consumo masivo y será un fenómeno global quizás tanto como “Rapsodia Bohemia” porque funciona con la misma lógica de Wurlitzer pop. Es mejor escucharla que entenderla.
El pulso del buen cine
1. El Brasil de Bolsonaro. La competencia oficial por la Palma de Oro ya se comenzó a desgranar. El filme brasileño “Bacurau”, de los directores Juliano Dornelles y Kleber Mendonça Filho, ofrece una distopía de sumo original y que ha sido interpretada como una crítica al Brasil de Bolsonaro. La trama se desarrolla en un pequeño pueblo del sur de Brasil que comienza a ser cercado por una banda de gente “blanca y que habla en inglés”: este grupo racista y cruel, y armado hasta los dientes, pretende exterminar a los habitantes, mulatos y negros, como si fuera un juego de video.
2. Los miserables de la Francia de hoy. La cinta francesa “Los Miserables”, del documentalista Ladj Ly, simplemente es lo mejor de la competencia hasta ahora. Su fuerte propuesta está ambientada en el conflictivo barrio 93 de París, allí en las afueras de la ciudad unos policías lidian con el precario equilibrio social entre las distintas comunidades que han sido dejadas de lado por la mano del Estado. Notable, cruda, seguro ganará un premio importante.
3. La poética de una joven artista. “Atlantique”, de la joven documentalista Mati Diop, es una potente denuncia social en Dakar, centrada en el romance prohibido de dos jóvenes adolescentes, pero que mediante una ambiciosa lírica visual se transforma en un poema con tintes anclados en la fantasía. Grata sorpresa.