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“Once Upon A Time in Hollywood”: La carta de amor a Hollywood de Tarantino

La cinta fue ovacionada en el Festival de Cannes. La cinta de dos horas y cuarenta minutos está protagonizada por Leonardo DiCaprio y Brad Pitt. La chilena Lorenza Izzo destaca en un rol clave.

Antes de empezar la función de «Once Upon A Time in Hollywood», la última película de Quentin Tarantino en Cannes, un encargado del Festival leyó con micrófono en mano el recado del director de “Perros de la Calle” a los periodistas y críticos apostados en la Sala Debussy. En una idea, por favor no revelar spoilers en las notas y críticas que los miles de ansiosos de reporteros estamos justamente ahora escribiendo en la sala de prensa del certamen de cine más importante del mundo. 

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Entonces es difícil no hablar de esta nueva producción de Tarantino sin referirse a los detalles, pero haremos el esfuerzo. Solo decir que se trata de una carta de amor a Hollywood, al Hollywod físico y por cuyas avenidas y autopistas y cines creció Tarantino. Y el Hollywood de las películas y en este caso particular de las películas bastardas y de las series de TV olvidables y de hecho olvidadas. 

Leonardo DiCaprio ofrece una estupenda actuación como un pésimo actor de un western de TV, una estrella crepuscular llamada Rick Dalton. No estamos hablando de algo parecido a lo que hace Matt LeBlanc como Joey en “Friends”, donde es un mal actor haciendo de ídem.

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Acá DiCaprio es un notable personaje, torpe, falible, que trabaja mediocremente en la pantalla chica y cuya relación con su doble de acción, Cliff Booth, un acertadísimo Brad Pitt, un carismático hombre de acción, resulta vital para comprender este bromance divertido llamado “Once Upon A Time in Hollywood”. 

En esta película hay momentos de varios minutos que carecen de diálogos, por lo demás uno de los sellos de Tarantino como creador. Pero en vez de verborrea lo que hay es una cariñosa cámara que pinta imágenes realmente enamoradas de la ciudad de Los Angeles: luces de neón de un “Drive In” por acá, de las marquesinas de los cines, de los diversos negocios, la recreación de las calles de Los Angeles de fines de los años 60 es un festín visual y sensorial porque Tarantino deja que la ciudad, de esa época, con esas marquesinas, con esa atmósfera, sea la que realmente hable. Y lo que tiene que decir es de un poder visual soberbio y un magnetismo visceral. 

En sus anteriores filmes, quizás salvo en “Jackie Brown”, eran las películas dentro de las películas el principal material de este talentoso cineasta. Pero ahora las cámaras se posan en las calles de Hollywood y hacen que la rutina fome, las esperas en el set o el descubrimiento de parte de Rick Dalton de que el director Roman Polanski y su mujer Sharon Tate son sus nuevos vecinos, sea un conjunto de eventos tan fascinantes como el trabajo de la mayoría de los personajes involucrados: gente de cine, del showbussines. 

“Perros de la calle” y “Tiempos violentos” eran filmes hechos como estar dentro de películas de gansters (asiáticas, la primera; de pulp, la segunda); “Kill Bill” 1 y 2 era estar dentro de una película de artes marciales y “Los ocho más odiados” y “Django”, eran estar dentro de westerns y spaghetti westerns. 

Esto es más parecido a un mundo mezcla de “Jacki Brown” y “Death Proof”: es el microcosmos de de los dobles y de lo doble: lo que parece y no es, de su imagen y semejanza, del actor estrella y su doble. 

No creo que gane la Palma de Oro, pero sin duda que “Once Upon A Time in Hollywood”, con la destacada participación de la chilena Lorenzo Izzo, seguro está en el lugar y momento correctos: en la mejor fiesta que rinde tributo al cine: Cannes.  

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