Nuevo libro de Baradit.
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Este 18 de septiembre se cumplen 209 años desde la Primera Junta Nacional de Gobierno, el Cabildo Abierto revolucionario que dio pie para que, tiempo más tarde, se concretara definitivamente nuestra independencia de España. Esta fecha, además de las festividades propias que genera en los chilenos, hace recordar a algunos próceres de la patria de aquella época y años posteriores, tales como Bernardo O’Higgins y José Miguel Carrera. Sin embargo, ellos y otros “héroes” de nuestra historia, no son la clase de personajes que deberíamos admirar.
Así al menos lo menciona Jorge Baradit en su nuevo libro “Héroes”, lanzado hace algunas semanas y que pertenece la quinta edición de su saga “Historia secreta de Chile”, y que ya se ubica en los primeros lugares de ventas. En sus páginas, el escritor postula a siete nuevos ídolos populares: Arturo Fernández Vial, Manuel Rodríguez, Águeda Monasterio, Luis Emilio Recabarren, Francisco Bilbao, Ramón Freire y Pedro Aguirre Cerda.
“Nuestros próceres son gente que trabaja con el gran poder (económico, militar) y siempre son héroes que nos hablan de arriba hacia abajo. Son bien pocos nuestros héroes que son parte de la gente, de la mayoría del país, o que nos hablan desde los trabajadores”, comenta el autor a Publimetro, argumentando respecto a la necesidad de cambiar la idolatría por estos personajes que representan valores que han significado muerte, tortura y dolor.
“Estamos acostumbrados a héroes que defienden valores relacionados con el autoritarismo, con la violencia ciega, con la fuerza, el orden y la patria. Héroes como O’Higgins, José Miguel Carrera y Diego Portales, incluso en la manera como toman a Prat, que es el ejemplo del ciudadano que obedece ciegamente y se mata por la patria, cuando él tiene una dimensión mucho más rica que eso. Entonces estos héroes, que le enseñan al gran pueblo que su deber es obedecer, matarse y respetar a líderes autoritarios, no es lo que necesitamos…, esos están súper bien para los regimientos. En la sociedad lo que necesitamos es diálogo, discrepancia, pensar distinto y alcanzar mejores soluciones. Se necesitan héroes civiles”, asevera Baradit.
Y ahí es donde el escritor nacional hace claras diferencias entre dos personas consideradas como próceres de la patria: Bernardo O’Higgins el malo, Manuel Rodríguez el bueno. Este último fue quién consideró que había que incorporar a los artesanos, a los trabajadores, a los agricultores, al esfuerzo de independencia. O’Higgins y San Martín, por su parte, creían que esto esta algo que tenía que ver solamente con la nobleza.
“Rodríguez incorporó a las clases, a los estratos medios y bajos, para que la independencia fuera un logro nacional. Hizo elecciones libres cuando fue nombrado gobernador, cuestión que enojó mucho a O’Higgins, que lo destituye y elimina sus decretos. Bernardo O’Higgins era un dictador corrupto, bien autoritario”, concluye.
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Pero, ¿tenemos personajes actuales, sobresalientes, y que puedan trascender en nuestra historia? Para el escritor de este libro, no.
“Son tiempos complicados, donde la desconfianza campea, las instituciones están contaminadas por el dinero, uno siente que el dinero se compró la política, al estado, que se compró las Fuerzas Armadas. No son tiempos de grandes héroes, sino que de héroes cotidianos, del día a día. Hoy en día es un héroe el ciudadano que se levanta a votar”, dice.
La mujer que educó al pueblo en la Independencia
Según queda en manifiesto en el libro “Héroes”, hay siete ídolos que podemos realzar. “Son personas que se han preocupado por su comunidad, la han peleado, la han organizado, y han conseguido mejorar la sociedad. Esos son los que nos deberían inspirar. Por eso a uno le duele que Clotario Blest no aparezca ni en las cómicas. Es dramático, porque hay un abandono de valores civiles en esos series que nos deberían representar”, dice.
En la lista destaca el nombre de Agueda Monasterio, mujer que en la Reconquista cumplió el importante papel de instruir, educar a las clases media y baja en las ideas de libertad, igualdad y fraternidad.
“En la Independencia había un grupo que se quería independizar de España, pero seguir manteniendo a la nobleza, y el resto del pueblo no estaba muy informado de lo que estaba pasando. Así, Agueda se convierte en una espía para Manuel Rodríguez y termina muriendo después de torturas y cárcel, poco días antes del triunfo en Chacabuco”, asegura Jorge Baradit.
Es la única mujer del libro, ya que el escritor explica no ha querido toparse con las investigaciones que realiza María José Cumplido, colega autora de “Chilenas”, “Chilenas Rebeldes”, y quien prepara una nueva edición de este último título.