El verano se hace sentir con fuerza sobre Madrid. En las calles aledañas a la Puerta del Sol, cientos de turistas deambulan celular en mano para tomarse fotos en cada esquina. Otros cargan varias bolsas de compras tras aprovechar las ofertas de temporada disponibles en la mayoría de las tiendas de la Gran Vía. Y un chileno, que se siente cada vez menos turista en la capital española, se mantiene ajeno a todo aquello. Es que ha pasado parte importante de la temporada estival al interior de un gigantesco búnker que alberga los sets de grabación de «Élite», la exitosa serie juvenil española de Netflix.
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Jorge López (27), el crédito nacional de «Soy Luna», de Disney, dio un nuevo salto en su ascendente carrera al conseguir un importante papel en la segunda temporada de la producción que acaparó portadas en 2018. Y así, se alejó una vez más de su natal San Felipe, donde su familia sigue con orgullo cada uno de sus logros y, según revela el actor, hasta su abuela tiene una cuenta en la plataforma de streaming para poder verlo.
¿Te ha costado mucho estar tanto tiempo lejos de Chile?
La verdad, no te sabría decir bien. En términos personales, hace cuatro años y medio que no vivo en Chile. Terminé Soy Luna con dos giras mundiales y tres temporadas, así que fueron cuatro años viviendo fuera y no tuve tiempo para “resetearme”, porque terminé eso, fui a Chile diez días (Navidad y Año Nuevo) y el 2 de enero ya estaba ensayando acá (Madrid) para empezar a rodar el 14. Todavía no bajo las revoluciones en esto.
A diferencia de la mayoría de los actores nacionales, tu carrera ha sido meteórica y la has construido en importantes producciones internacionales. ¿Qué sientes cuando miras todo lo que has logrado?
Estoy súper contento, porque, de cierta manera, ha sido una carrera que me ha llenado de frutos y de crecimiento en lo personal y también en términos de sociedad, porque siento que he roto muchos patrones. No soy hijo de alguien rimbombante ni pertenezco a una gran familia. No he conseguido nada por ser “amigo de”, no ha estado nada viciado en mi proceso como actor. He hecho mis pruebas, he estado donde tenía que estar, y eso me llena de orgullo. Me siento súper tranquilo, feliz, y estoy aprovechando el momento en todos sus aspectos.
López hizo algunas cosas ligadas a la actuación en nuestro país hasta los 21 años. Aunque no da detalles, deja entrever que no lo pasó bien durante ese tiempo. “Me costó varios años poder sacarme todas esas mañas o traumas (que adquirió en el proceso) y estar fresco para recibir lo nuevo y agradecerlo”. Por eso, asumió el desafío de partir a Argentina y ser parte de un proyecto de Disney que sólo le trajo buenos dividendos. Tantos, que asegura que está pleno, y se siente una persona completamente diferente.
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¿Qué recuerdos te dejó Soy Luna y cómo ha sido desligarse de tan exitoso proyecto para sumarse a uno tan distinto?
¡Tremendos recuerdos! Fueron cuatro años súper intensos. Al principio, me tomé un break y me desconecté de todo, porque tenía que estar concentrado en esto. Ahora, nos llamamos seguido con mis ex compañeros y les deseo lo mejor en este momento en que también están buscando sus proyectos. En ese sentido, me siento súper afortunado, porque soy de los pocos que está trabajando y bien posicionado. Siento que le “gané” a quienes decían que me iba a ser súper difícil sacarme el estigma de “chico Disney”.
¿Qué nos podrías decir del personaje de Valerio en Élite?
Al principio se puede ver muy superficial, pero nada es lo que parece, es increíble. Es un personaje súper icónico, como una especie de Jhonny Deep, tiene un rollo súper particular que, con el vestuarista, trabajamos de forma rigurosa. También traje mis propuestas, ellos tenían las suyas, y coincidimos en que, sin conocernos, teníamos la misma visión del personaje. Se dio una sinergia que no puedes explicar.
Hay personajes que son tan potentes que encasillan a sus actores. ¿Te preocupa que eso pueda llegar a pasarte ahora?
Para nada. No me va a pasar. No me pasó con lo que hice en Disney, así que no tiene por qué suceder ahora. Trabajo en reinventarme para entregar todas mis versiones a través de mis personajes, que son con lo que quiero comunicar, emocionar, ayudar a la gente y entretener. Eso es lo que me apasiona y me tiene feliz. Más allá de saltar de una serie top a otra serie top, para mí, poder transmitir lo que quiero es mi éxito.
“Ya no soy el ‘chileno’, ahora soy el ‘latino’”
¿Cómo fue ser el “chico nuevo” en un elenco consolidado?
Cero problema. La química con mis compañeros se dio de inmediato. Siento que acá realmente se trabaja, remamos para el mismo lado. Entendemos que su trabajo enriquece al mío, y viceversa, y que todo se suma y somos un team.
Danna Paola (Lucrecia en la trama) te ha llenado de elogios en más de una ocasión.
Ella ha sido toda un sorpresa. La admiro muchísimo, tiene un talento único. Trabajé con dos mexicanos en Soy Luna y también fue una súper buena experiencia, pero esta chica es otra cosa. Es impresionante. Además, tenemos la misma manera de trabajar, somos los dos súper creativos, nos miramos y nos leemos para dónde vamos. Planteamos escenas, nos dejan jugar, y lo que se corta, se corta. Es como súper abierto. Si a ella algo no le gusta, me lo dice y yo también, y ningún problema, nada es personal. Es una profesional de tomo y lomo. Es un regalo que me pusieran a una animal de la actuación al lado mío.
Como ella, el elenco completo se ha llevado elogios desde el debut de la serie. ¿Qué sientes al ser parte de este equipo de jóvenes estrellas?
Me hace tener más seguridad como actor. Si llegué es por algo, nadie me lo regaló, y entender eso también es importante. Al principio uno es inseguro, llega chiquitito, y no po’, hay que estar y plantarse de igual a igual.
¿Qué ha sido lo más desafiante de todo este proceso?
Te diría que, partiendo por la historia, lo que me toca en cuanto a emociones y conflictos. Tengo un personaje súper complejo y además ya no soy “el chileno”, ahora soy “el latino”. Estamos hablando de una región completa. No es que esté representando a un país, y si lo traslado al concepto de presión, es mucha. Son muchas cosas que pensé al principio que no me iban a sumar y, desde el relajo, me aboqué a lo que tenía que hacer. Todas las escenas son súper icónicas. En Soy Luna hacíamos 20 escenas diarias y acá son tres. Es hacer cine, básicamente, tanto en el formato técnico como en la preparación actoral, y eso también es tremendamente desafiante.
En la trama de Élite, una de las temáticas que se toca con más fuerza es el bullying. ¿Cómo has visto el tema y qué te parece la forma en que se está abordando?
Todos los temas que aborda la serie son súper oscuros y sórdidos, pero creo que uno toma conciencia real de cómo son las cosas. Acá no hay maquillaje, las cosas son al pan pan, al vino vino, entonces creo que está súper bien. Por ejemplo, el conflicto musulmán para nosotros es súper lejano, pero acá es como el peruano que llega a Chile, o el boliviano que migra para tener un futuro mejor. Lo que buscamos es abrir esa conciencia para generar esa mentalidad de que da lo mismo de dónde vengas y que nada es tuyo, que hay que vivir tranquilo y nutrirse de la realidad del otro. Me parece súper chico pensar en términos de discriminación y este tipo de series sí te hacen reflexionar y pensar “pucha, no me quiero transformar en esta persona”. Una persona que actúa así repite patrones.
Están enviando un mensaje.
Sí, y ésa es mi misión como artista, más allá de la fama y todo eso, poder transmitir cosas es lo que a mí me mantiene vivo. En el fondo, a través de mi mensaje, mi historia y mi vivencia, entregar algo a las personas, más con el personaje que me pidieron. Para mí es un regalo, tiene un montón de problemas que debe sortear, se va a la mierda, sale, tiene esto o no lo tiene, está solo, y tiene que salir adelante en un mundo superficial.
Pastel de choclo y “terremotos” en Madrid
Tu personaje en Soy Luna te hizo muy conocido en todo Latinoamérica, pero Élite te pone en una vitrina global. ¿Cómo te relacionas con la fama?
Al principio, me gustaba y decía como “pucha, gracias a esto, ojalá también pueda hacer carrera en Chile”. Pero ahora no sé si me importa lograr eso por haberme hecho conocido, la verdad. No pienso mucho en la fama, ya que estoy tan enfocado y feliz con lo que estoy haciendo, que si rebota o no rebota en algo más, como hacerme más conocido, me da igual. Siempre he hecho una carrera bajo perfil, no me gusta la farándula ni lo inmediato, así como tampoco el contenido desechable. Hago mis cosas, mis proyectos y no busco nada más que seguir entregando mi arte.
Un arte que igual, aunque no sea el objetivo, te ha hecho famoso. ¿Qué dice tu familia al respecto?
Cuando estaba en Disney, a mi hermano mayor lo paraban en la calle, lo saludaban, y eso era divertido. San Felipe es chiquitito y todos se conocen. Pero él como que no entendía mucho el fenómeno. Sin embargo, cuando le dije que me escogieron en Élite, él lloraba, no lo podía creer, y me decía “es que ahora entiendo que eres demasiado seco, estuviste en Disney y ahora vas a estar en una serie que yo sigo”. Mi abuela, que es de una generación que no entiende mucho el círculo de Netflix, tampoco entendía mucho. Ahora tiene hasta cuenta, al igual que toda mi familia. Están muy contentos.
¿Los echas mucho de menos?
Siempre. Tener una familia unida es uno de mis mayores regalos, así que decidí darles tiempo de calidad, si no podía darles tanto en cantidad. Por eso, aunque voy poco, cuando lo hago lo aprovecho al máximo.
Y además de ellos, ¿qué más extrañas de Chile?
Pasar tiempo con mis amigos. La comida no tanto, porque aquí ya tengo mis recursos (ríe). El primer día que llegué ya sabía cuál era el restorán chileno y me hice amigo de su dueño, así que voy todos los fines de semana a comer pastel de choclo y tomarme un terremoto, o comerme una empanada. Eso me ha ayudado a no extrañar la comida tanto (ríe).
¿Está en tus planes trabajar en nuestro país en un corto plazo?
No por ahora, porque además no estoy viviendo allá. Igual, ahora van a hacer un Cinema Chile en España y me invitaron a presentar una película. De repente ahí se puede hacer un nexo, me gustaría. El deseo de hacer una película de tu tierra, tu idiosincrasia, con tu gente, siempre está y es algo que me alucina. Iría a Chile a rodar y pasarla bien, ir al norte, rodar por allá o pasar una temporada para no perder el nexo acá y seguir haciendo carrera internacional. Me gusta el desafío de no estar cómodo.
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