Suena “Rock ad Roll Part 2” de Gary Glitter (una canción que está asociada a momentos de victoria en el deporte), mientras Arthur Fleck (Joaquin Phoenix) baja bailando una larga escalera caracterizado como el Joker. Una coreografía liberadora, que marca la transformación de un intento de comediante y frustrado standapero al príncipe payaso del crimen en una Ciudad Gótica en su punto más alto de ebullición.
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Ridiculizado, golpeado, engañado y abusado, pero refugiado en los dichos de su madre, Penny (Frances Conroy), quien siempre le dijo que él estaba destinado a hacer reír. Con siete distintos medicamentos para tratar su condición, el personaje de Phoenix afirmaba que toda su vida nunca supo si él realmente existía, pero cuando toda su red de protección empieza a abandonarlo, Arthur sentirá que va encontrando su lugar.
“Es una película difícil”
La cinta de Todd Phillips (“Hangover” y “War Dogs”) es perturbadora, pero necesaria. ¿Por qué? “Joker” es una mirada crítica y provocativa sobre la salud mental y la responsabilidad, tanto de los círculos íntimos como la sociedad en general. Por eso no es extraño hacer anclajes a “El Club de la Pelea” y “Taxi Driver”.
Su historia ha sido criticada por la posibilidad de incentivar la violencia, a lo que Phoenix respondió en entrevista a IGN que “yo creo que casi todos ustedes son capaces de reconocer la diferencia entre el bien y el mal”.
También alarmó a los familiares del tiroteo masivo de Aurora, EEUU, durante la exhibición de “Batman: El Caballero de la Noche asciende”, ocurrido hace siete años. Pero al verla, se entiende por qué este grupo no llamó a boicotearla, sino más bien hizo un llamado a que los líderes corporativos “entiendan la responsabilidad social de mantenernos seguros”. Según su director, la película es una “declaración sobre la falta de amor, traumas infantiles y la falta de compasión en el mundo”.
“Es una película difícil”, aseguró el actor a la revista Vanity Fair. “En cierta manera, es bueno que las personas tenga una fuerte reacción a ella”, agregó. Todo, a partir de la atrapante actuación de Joaquín Phoenix. Sus cambios de ánimo, su tono de voz, su dolorosa risa a destiempo (que el actor ha descrito como “algo maniaca en un tono más alto”) y su lenguaje corporal dan forma a un perturbador personaje, que a través de su relato va tratando de empatizar con el público.
También hay una reflexión social a través de en una Ciudad Gótica cuya desigualdad va creciendo. El descontento sólo necesita de una chispa para hacer explosión. Y ese catalizador no es otro que un payaso anónimo, que lleva a la futura ciudad de Batman a tener elementos del Reino Unido de “V de Venganza” a la espera de vigilante nocturno.
¿Es el mejor Joker?
Esa es una pregunta que en esta ocasión es complicado de responder. El príncipe payaso es lo que es porque tiene de contraparte a Batman. Por ello, su personaje no es comparable con lo realizado por el fallecido Heath Ledger y Jack Nicholson. Eso sí, para aquellos que conocen el universo del hombre murciélago, la relación con la familia Wayne está y juega un rol importante. También hay frases y acciones propias del Joker, una vez que se hace presente. Pero como en la comedia, es subjetivo. Lo que parece gracioso a unos, puede no serlo para otros.