Con temas que están marcando la agenda de género, el primer semestre de este año, impactó cuando interpretó a Josefa, en Pacto de Sangre, una mujer violentada por su pareja. Siempre en Canal 13, actualmente, personifica a Danae en Amor a la Catalán, una joven de 32 años que tiene el síndrome de Tourette, un trastorno del sistema nervioso que se caracteriza por realizar movimientos involuntarios, repetitivos o sonidos no intencionales. “Visibilizar este tipo de situaciones es súper importante. En primer lugar, hace que la gente hable de la enfermedad, que se dé cuenta de que existe; y segundo, que se le nombre como corresponde, porque aquí en Chile todos la conocíamos como Taldo”, dice.
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Loreto Aravena cree que la versatilidad es un punto a favor en su carrera. Por lo mismo, muchas veces ha dicho “no” cuando se trata de papeles que pudieran encasillarla en cierto tipo de rol. “Después de Soltera otra vez, me empezaron a llamar para otras cosas, con papeles que eran idénticos a ella (Susy). Dije ‘chuta, si me sigo apretando el escote, no me van a dejar de llamar más que para este tipo de personajes”, cuenta.
Aunque en el ámbito laboral y en el deporte le encantan los desafíos, valora la estabilidad, la mantiene tranquila. Por esa misma razón, apenas entró a trabajar, empezó a ahorrar. “Quiero todo en orden, tener siempre la película clara, saber hasta dónde va mi año”, asegura. No se considera una persona competitiva, pero sí súper matea y responsable. Siente que tener una tía actriz la ayudó a entender la realidad laboral y económica que da el teatro: “Los actores nos caracterizamos por ser un poco botaratas. Gente que gana mucha plata de repente y se vuelve famosilla. La sensación es súper rica, pero te bajas de la ola y la realidad es otra. Entendí eso siempre y dije ‘esto no me va a comer’”, agrega.
En 2015, nació a Ema, su primera y única hija, junto al director de cine Juan Pablo Ternicier, su ex marido. En 2017, inició una relación con Maximiliano Luksic, actual director ejecutivo de Canal 13, situación que le significó una ola de críticas y reproches, que la hicieron reflexionar sobre el machismo en nuestra sociedad.
Pese a que siempre ha preferido mantener su privacidad a raya, en esta entrevista, no duda en responder las preguntas de forma espontánea y relajada, aunque se reconoce súper desconfiada. “Vengo de esas familias en que te criaron con el ‘no le hables a ningún extraño’. Soy segura de mí misma, pero soy desconfiada. A mí se me sentaba alguien al lado de la micro y me paraba. Me volví bien retraída a raíz de ese tipo de educación. Después se me empezó a pasar, pero igual hasta hoy me pasa un poco: si me dejas en un evento sola y yo no conozco a nadie, es posible que me quede ahí y me agarre de mi celular”, confiesa.
¿Te ha pasado que por eso piensen que eres pesada?
Mil veces. Lo primero que me dicen es ‘oh, juraba que eras súper pesada’. Y yo digo ‘sí, tengo cara de pesada, no hablo mucho y creo que tengo una mala fama con eso’. Me han hecho fama de pesada, porque he tenido muy mala onda con la farándula, siempre me ha molestado que se metan en mi vida. A pesar de que he sido bastante más simpática con el correr de los años. Antes, de verdad que me molestaba y era pesada pesada, ahora por lo menos soy un poquito más cordial.
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¿Y por qué el cambio?
Porque ya era tanta la fama de mala onda, que había gente en la calle que se me empezó a acercar como con miedo (ríe). En el fondo, me considero una persona súper cercana. En Instagram respondo las cosas buenas y algunas malas. Sobre todo para dejarlas claras, porque la gente a veces tiene un simple prejuicio y uno lo puede derribar con una buena palabra.
¿Te ha afectado eso alguna vez?
Sí, heavy. No me había tocado hasta hace un par de años. Cuando me di cuenta de lo grandes que podían ser los prejuicios, fue decepcionante, porque pasé de ser una persona hiperquerida y creíble, a ser una persona que se ponía en tela de juicio y que, además, ya no era tan querida. Me afectó leer comentarios feos, leer lo que pensaban de mí. Me acuerdo de haber estado un par de semanas como ‘chuta, qué heavy’. Después pensé que la gente que me topaba en la calle no me decía ese tipo de atrocidades y la que estaba al lado mío, tampoco. Ahí dije ‘no me tiene que importar tanto lo que diga este pequeño universo de personas que hablan por redes sociales y que tienen en su avatar un monito’. Cuando me di cuenta de eso, fue como ‘no, esto no me va a tocar’ y dejó de importarme. Fue heavy darme cuenta del nivel de prejuicio y del nivel de agresividad que podía tener la gente. No me había tocado, estuve muchos años invicta en ese sentido.
¿Y hay algo que te haya sorprendido más? ¿Algún prejuicio en especial?
(Piensa un momento) No, porque los prejuicios sociales siempre han existido, y yo soy una persona que viene de Puente Alto, entonces siempre los tuve. Fue más rudo leer comentarios terribles con respecto a mí como mujer. No me había tocado ese nivel de machismo.
Siempre te hemos visto como una mujer empoderada, y eso a veces se castiga. Pareciera que las mujeres no pueden ser independientes.
Y si lo son, parece ser como que tampoco es mérito suyo, sino que, seguramente, es porque hay algo detrás. Es raro, porque no me había tocado. A raíz de ser mamá y del empoderamiento femenino, me pasa mucho que parece ser que no es mérito mío. Llevo once años trabajando en televisión, he hecho mi pequeño imperio de propiedades sola, lo que me va permitir ahora dejar de trabajar, o trabajar mucho menos, y pareciera que no puede ser mérito de una mujer. Si viajo o si subo una foto, creen que es la primera vez que estoy viajando, pero llevo nueve años, porque me encanta. Si he gastado plata en algo, ha sido en viajar. Cada vez que subo algo con respecto a un viaje, dicen ‘ah, es que seguramente te lo pagaron’. ¡Qué heavy, el nivel de machismo!, pero de machismo femenino, porque son más las mujeres que me escriben ese tipo de cosas. Y con respecto a la maternidad, lo mismo. Una vez subí unas cosas de Japi Jane y todos ‘¡ah!’. Si tengo sexo, ¿cuál es el problema? (ríe). Soy mamá, pero sigo siendo mujer también.
“Quiero ser una mamá presente”
La producción que la mantiene actualmente en la pantalla está cargada de humor y, a través de escenas tragicómicas, plasma distintos conflictos que retratan la realidad de dos familias de clases sociales opuestas. Loreto dice que le gusta la comedia, porque representa un desafío mayor para ella. “Soy una drama queen por esencia. No me considero para nada una persona simpática ni chistosa, entonces creo que desde ese lugar es más fácil enfrentarme al drama, que es más parte de mí”, reconoce entre risas.
¿Crees que es complejo hacer comedia hoy?
Sí, no tengo mucho filtro en ese sentido y ahora lo he aprendido a cultivar, pero con mis cercanos, que somos todos más o menos del mismo estilo. Soy muy del humor negro y no me molestan muchas situaciones que para otros pueden ser súper delicadas. Estamos en días en que uno debe tener cuidado con qué dice y cómo lo dice. Por ejemplo, cuando voy a un carrete y me preguntan ‘¿y tu hija, con quién la dejaste?’, digo en broma que está en el auto. Me dicen ‘¡qué!’. Pareciera que cuando uno es mamá, deja de carretear. Con mi ex marido somos súper parecidos en ese sentido. Con nuestros amigos, funcionaba el chiste y todos se mataban de la risa, porque evidentemente era mentira, pero nos dimos cuenta que para unas personas podía no ser tan chistoso y nunca más hicimos ese tipo de bromas. Entendemos que los tiempos van cambiando y uno tiene que ir acomodándose.
Hace un tiempo dijiste que te estabas cuestionando si seguir en televisión, porque no querías estar tan expuesta. ¿Cuáles son los costos que tiene la exposición?
Más que seguir en televisión, hablé de las teleseries en particular. Lo que me cuestiono, en el fondo, es el tiempo. El mayor tesoro es tener tiempo. Si uno gana plata y no tiene tiempo para disfrutarla, no creo que tenga sentido la vida. Llevo muchos años en televisión y haciendo teleseries, y me entretienen, me encantan, es un formato que te hace estar súper despierto como actor, que es muy dinámico, pero te quita mucho tiempo de tu vida. Nosotros grabamos de lunes a sábado, a veces, de ocho a siete de la tarde. Son once horas diarias y no hay respiro. Soy madre separada, veo a mi hija dos horas diarias. Si le toca con el papá, simplemente, no la veo en todo el día. No sé si ella no se daba cuenta o yo me puse muy regalona, pero ahora, que está más grande, empecé a tomarle el peso a esa situación. ¡Crecen tan rápido! Quieres estar con ellos todos los días, verlos crecer y que te cuenten sus cosas.
¿Cuáles son tus proyectos?
El próximo año, mi hija entra al colegio, entonces estoy haciendo todo lo posible para dejar todas mis deudas listas para empezar a vivir de mi renta, y de las pegas que me den más tiempo. Tengo un programa en el 13C, una miniserie nueva y un programa de radio. Estoy cerrando todo lo que me posibilite tener toda la tarde para estar con ella y saber cómo está viviendo su proceso. Mis primeros recuerdos son de Kinder, cuando tenía cinco o seis años, entonces quiero que en sus primeros recuerdos, me tenga. Quiero ser una mamá presente, como mi mamá fue en esos años.
¿Qué cosas has aprendido con la maternidad?
Uff, ¡tantas! Primero, que la alegría es un valor que se comparte y que genera más alegría. Siento que la Ema me provoca alegría y yo le provoco alegría a ella, y todo termina siendo armonía gracias a eso. Me quiere ver sonriente, porque además le complica mucho cuando me enojo. Me enojo poco, pero cuando pasa, me enojo heavy. Me dice que le encanta mi risa, a mí me encanta la de ella y nos da ataque de risa juntas. Siempre he sido de las personas que valora mucho la vida, pero mi hija me ha enseñado a valorar la vida aún más. Qué ganas de no morirme nunca, quiero disfrutarla todo lo que se pueda. Me ha enseñado a darle importancia a las cosas que no tenían tanta. Me ha dado puros regalos. La maternidad ha sido lo máximo.
¿Qué causas te mueven?
Los niños siempre son importantes y la educación me parece trascendental. Soy parte del directorio de la Fundación Diana, que trabaja para los niños, y también apoyo a La Caracola, que es una fundación que trabaja con los niños con cáncer del Hospital Calvo Mackenna. Las causas que me convocan más son ésas. Los niños, para mí, son intocables.
¿Eso vino con la maternidad?
Sí. No tenía mucha onda con los niños cuando no era madre. Me preocupaban más los perritos, los abuelitos, que todavía me importan. Soy una persona con harto corazón. Me crié con la religión latente (Testigos de Jehová), y me dio muchos principios que para mí son intransables. Creo que eso me ha ayudado un montón en la vida. Ir de frente con la verdad, si me molesta algo, lo digo. Nunca me atrevería a tomar algo que no es mío, y eso también hace que uno sea una persona confiable. Tratar de no hacerle daño al otro, respetar.