Los eventos culturales también sufrieron el impacto del estallido social en Chile, como lo ocurrido con Santiago a Mil, el que en esta versión reunió a 200 mil personas, menos de las 300 mil que asistieron en 2019.
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Al respecto, Carmen Romero señaló a El Mercurio que «este fue un año distinto, un Santiago a Mil de emergencia, con obras en formato más pequeño y espectáculos de calle que no buscaban reunir miles de personas, sino que irrumpir en su cotidiano».
Un 75 por ciento de las personas que participaron de esta edición asistieron a espectáculos gratuitos a cargo de 900 artistas. La contingencia nacional fue determinante para reprogramar e incluso crear nuevas coproducciones, donde temas como la desigualdad, la inclusión, el territorio y nuevos mundos posibles fueron abordados.