Durante una conversación con los invitados del programa Sigamos de Largo, de Canal 13, los animadores recordaron algunas anécdotas vividas en el Festival de Viña. Sin embargo, uno de los momentos más sorprendentes vino de la mano de Sergio Lagos, quien desclasificó una historia ocurrida en el año 2006, cuando animaba el evento viñamarino.
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Todo ocurrió en el segmento humorístico, cuando le tocó ser el «bandejero» de Ruperto, es decir, aquella persona que lo ayuda a realizar su rutina interpretando algún papel. El animador sufrió un percance que estuvo cerca de arruinar la carrera del artista, y también la suya. Y es que minutos después de comenzar, perdió la muela o sonoprompter, que lo comunica con la producción.
«Él lo había hecho con Kike Morandé en el programa, con Leo Caprile en Olmué y la muela había funcionado perfecto. Yo había practicado, tenía escrita la rutina con Ruperto en la ventana de mi hotel y todos los almuerzos la repasaba con mi hermano», partió diciendo Sergio Lagos.
«Y nos quedamos cortos. Fue terrible, porque habíamos hablado que si había algún problema con la muela, había que ir al mesa de audio que eran 60 metros más allá. Estaba partiendo esto y yo alcanzo a observar a mi hermano y le hago un gesto que estoy fuera. Porque Ruperto seguía escuchando las instrucciones, era yo el que no escuchaba», explicó.
En ese momento, pensó que era la última noche de su primer festival, y la noche de consagración de Ruperto. «Si a él le iba mal, se estropeaba toda su carrera, la mía también de paso. Veo al público, el público todavía no entraba, veo a Ruperto que seguía en el texto, miro a mi hermano, digo ‘no alcanzo a llegar allá’. Escucho a Ruperto que me habla, y lo escucho así (gesto de no entender)», agregó.
Sobre sus sensaciones en ese instante, Sergio Lagos confesó que se puso nervioso. «Siento el hielo en la espina dorsal. Te lo juro, fue el momento más tenso. Estábamos en el chiste 10 y yo me fui al 18, después volví al 12 y de repente estábamos así hilándola, cuando al Ruperto le explican, porque algo estaba cachando, nos encontramos en un minuto abajo, nos reímos. Llevábamos cinco minutos de una rutina de 50», dijo.
Sin embargo, todo finalizó de la mejor manera. «Termina Ruperto con las gaviotas, con todo, y yo me desmayo. Llego a donde mi hermano y me desmayo ¡plop! Te lo juro, fue impresionante, me llega a dar nervios», confesó.