En la noche femenina, la de los pañuelos verdes en la Quinta Vergara, Mon Laferte abrió la jornada con el público en el bolsillo, que a las pocas canciones ya pedí la Gaviota. pero uno de los momentos que quedarán grabados fue ese en el que la cantante quedó en silencio para escuchar a la gente gritar…Y a diferencia de la primera noche, esta vez se escuchó. Muy fuerte.
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Algunos hablaron de pésimo sonido; otros, que la producción del Festival le puso un ‘bozal’ al Monstruo; y un grupo no menor, incluso lo tildó de censura. La polémica del sonido, supuestamente para callar los cánticos de los asistentes a la Quinta, manchó lo que fue una jornada casi redonda, entre las actuaciones de Ricky Martin y Stefan Kramer. Pero, ¿cuán veraz puede ser lo que se insinúa en redes?
El clima ya venía enrarecido por las restricciones a exhibir carteles dentro del Festival. Por eso, los momentos en que las 15 mil personas parecían en silencio, cuando en teoría la situación era estridencia, dio para varias especulaciones. Los expertos, de frentón, confirman la tesis de intervención deliberada para no darle voz al Monstruo.
Marcelo Ortuya fue uno de los asistentes a la jornada. Según cuenta a Publimetro, “la mayor manifestación del público fue en la previa a la obertura, todos gritaban ‘Chile despertó’”. Tras eso, el público se habría mantenido tranquilo, hasta la aparición de Kramer.
“La gente volvió a gritar harto, también porque Kramer lo proponía. Las pifias cuando imitaba a políticos fueron muy fuertes, y ni que hablar cuando la Quinta reventó con ‘el que no salta es paco’. Obviamente no me enteré allí que en la tele no se escuchaba nada.Se gritó harto contra el Gobierno”.
¿Abusó la producción del recurso de apagar micrófonos ambiente? Mauricio Castañeda, docente de la U. de Las Américas y único chileno que estuvo en carrera en los Oscar -edición de sonido en el documental The Edge of Democracy- dice que hubo “una clara diferencia entre un show y otro (…) En el primero se oían claramente a los 15 mil espectadores, pero en el segundo no era así”.
Para Castañeda, dicha decisión , más que del equipo de sonidistas, “pasa por una decisión editorial”.
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“Se tiene que escuchar el público, si no, parece una grabación de estudio. Se podrá bajar el nivel de la microfonía ambiental, pero es casi imposible silenciar a 15 mil personas, porque el sonido se filtra igual por otros micrófonos”, opina.
Para el sonidista, uno de los momentos más extraños de la noche fue cuando sólo se escuchaba la risa de Francisco Saavedra en primera fila. En la transmisión se logró apreciar que el staff agregó uno de los micrófonos ambiente apuntándolo a él (…) Pienso que fue a propósito”.
“Intervención exagerada”: la opinión del gremio sonidista
Juan Pablo Ávalos, fundador de la Asociación de Sonidistas de Chile, dice que la intervención para tapar los cánticos “fue evidente”. “Hay varias consolas: una para el sonidista encargado de la sala, para el público, otro que está encargado de los monitores y otros sonidistas que son para manipular el audio. Pero ninguno se manda sólo, hay una dirección siempre a cargo”, afirma.