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Entre pueblo y zorrones: el impacto inmortal de “Corazones” a 30 años de su lanzamiento

Este 20 de mayo se cumplen tres décadas desde que salió a la luz el último álbum de la primera etapa de Los Prisioneros, la creación que marcaría un antes y un después en la carrera de Jorge González.

Fue el disco que cerró la primera etapa de Los Prisioneros, pero para muchos es sencillamente el primer álbum como solista de Jorge González. Y claro, en la práctica «Corazones» (1990) fue compuesto íntegramente por el líder de la banda sanmiguelina que había cambiado el curso del rock chileno en plena dictadura.

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Pero de rock “Corazones” tenía poco, o más bien no lo tenía en los términos de lo que por ese entonces Chile entendía como rock. No estaban las guitarras afiladas de «La Voz de los 80» (1984) ni tampoco las letras de protesta de «Pateando Piedras» (1986).

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Los sintetizadores y las letras románticas fueron el sello de este nuevo álbum, el que en un comienzo no tuvo una buena acogida por la prensa especializada de la época ni por varios fans que esperaban algo más parecido a los anteriores trabajos de Los Prisioneros.

Pero este disco que mezcló conceptos del house de exponentes como Rick Astley, Depeche Mode y New Order con héroes de la balada como Camilo Sesto y Salvatore Adamo supo sortear las críticas y a 30 años de su lanzamiento sigue confirmando su inmortal impacto en la cultura popular chilena.

Este miércoles 20 de mayo «Corazones» cumple tres décadas desde que salió a la luz y el propio Jorge González rememora: «Estaba sufriendo de amor. Sabía que hacía un clásico, la música lo decía. No era un hit, era un clásico, uno sabe».

En entrevista con El Desconcierto, González asume que aún no puede descifrar las claves del éxito de «Corazones» a 30 años de su lanzamiento. «Si supiera haría muchos, pero aún suena. Lo lindo de ese disco es su calidez hecha con computadores, eso se logró porque estos compadres saben», cuenta el músico sobre el álbum que grabó en Los Ángeles, con el prestigioso productor argentino Gustavo Santaolalla.

«La música sana, son encantaciones… una vez toqué ‘Corazones’ para zorrones… y cantaban cada nota. Se la sabían mejor que yo… ya no me desprecian los cuicos. Ellos tienen a Alberto Plaza, no mucho. Fue una hermosa experiencia, todos bailaban al cantar, esa música es para eso», reflexiona Jorge González, aunque también deja claro que «ese disco lo impuso el pueblo».

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