En medio de la pandemia Diego Torres ha estado trabajando con Yadam, un productor y músico cubano con quien está produciendo su más reciente disco. Una placa que espera lanzar en mayo y que, explica vía Zoom desde Miami, es una mezcla de sonidos, géneros e instrumentos.
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Fue dentro de este proceso creativo que el argentino tras populares canciones del pop latinoamericano como «Color esperanza», creó «Este corazón», su más reciente single, lanzado junto al colombiano Fonseca.
«Sentí que era una canción para invitar a Fonseca. que es un colega querido, amigo y que teníamos pendiente hacer alguna canción juntos», cuenta el músico y agrega sobre la reacción al proyecto: «Le encantó, vino al estudio y nos pusimos a trabajar».
A pesar de la pandemia, los artistas pudieron colaborar de manera presencial, algo que hicieron respetando todas las medidas sanitarias. «La suerte es que los dos pasamos bastante tiempo en esta ciudad y pudimos trabajar en el estudio con cuidados con protocolos. Pudimos trabajar en el video, en contenidos digitales para el lanzamiento de la canción. Estoy feliz de compartir esta canción con él», asegura Torres.
Respecto al resultado final. el cantante comenta ambos quedaron contentos: «Ojalá que sea la primera de muchas (colaboraciones). () Siento que la canción está en su punto y equilibrio justos para que los dos nos sintamos a gusto».
Respecto al tema en sí, se trata de una mezcla de guitarras, reggae y base electrónica. Y la letra habla del despecho. «De ese rencor que nos queda a veces cuando terminamos una relación. todo queda medio ahí en caliente y habla un poco de eso, ¿no?. El poder pasar esa situación y no alimentar el rencor, que quede un buen sabor y poder tener un buen recuerdo. Eso es lo ideal. A veces pasa y a veces no», dice el músico al analizar las relaciones interpersonales.
Evolucionar o morir
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Con casi tres décadas de carrera, ¿ve la necesidad de abrirse a distintos géneros como un evolucionar o morir? «Lo que decís, ha sido mi lema siempre. Mi música siempre ha sonado diferente y ahí se nota la inquieta búsqueda mía de sonidos nuevos, de renovación, de no quedarme quieto en un lugar, de incorporar otros arreglos. De conectarme con otras culturas, de cantar con colegas de diversos países y géneros», dice el músico.
Es más, cree que precisamente las canciones de este nuevo disco -el cual no sabe aún si tendrá 10 o 12 canciones- son un ejemplo de eso. «Tiene un paisaje musical muy variado, pero con un equilibrio donde se combinan bases y sonidos electrónicos, con sonidos orgánicos como guitarras acústicas, ukelele, guitarras eléctricas, piano, metales, cello, hay de todo un poco, ¿no?. Acordeón, bandoneón…»
Me siento cómodo con este paisaje de estas canciones. Nada me molesta, nada me interfiere. Un disco queda para toda la vida, entonces uno siente una responsabilidad tan grande, porque a lo mejor dejas algo que no estás convencido y te vas a torturar el resto de tu vida diciendo, ‘¿Por qué no cambié eso?’«.
Además de la decena o docena de canciones, quiere sumar un remix, planea hacer una versión de una canción que la gente ya conoce, pero en sonidos más acústicos. Eso sí, no quiere adelantar más hasta mayo.
Respecto a las mayores dificultades de este trabajo, cree que está el tema de la autocrítica. «El decir esto está bueno, pero esta parte la podemos cambiar, lo podemos mejorar».
Eso sí, cree que la música le sigue enseñando que las canciones son posibilidades o puentes entre artistas. Y eso también aplica a los nuevos sonidos. «Nunca le digo que no a nada. Aprendí con el tiempo a sacarme los prejuicios y a darme cuenta que uno tiene que vivir las cosas con libertad», asegura.