Ser mujer emprendedora en Chile es complejo. Y cuando decidimos hacerlo, sufrimos los mismos sesgos de género que en otros aspectos de nuestra vida.
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Según datos estadísticos publicados en diciembre 2020 por la Unidad de Estudios de la División Política, Comercial e Industrial del Ministerio de Economía, en nuestro país hay alrededor de 2 millones 100 mil emprendimientos formales.
De éstos, sólo el 38,6% corresponde a proyectos liderados por mujeres. Y de las casi 800 mil mujeres emprendedoras, sobre el 84% de ellas lo hace por necesidad.
Por necesidad
En más de una oportunidad hemos abordado el tema de la desigualdad económica que vivimos las mujeres en nuestra sociedad; pero nos hemos preguntado sinceramente: ¿qué significa emprender por necesidad?
Dicho en sencillo, significa que la mayor parte de los emprendimientos de mujeres los iniciamos para poder costear los gastos básicos de nuestros hogares. Estos gastos en su mayoría representan alimentación, educación, cuentas de suministros básicos y vivienda en la que vivimos con nuestras familias.
Si a los datos anteriormente señalados sumamos que los proyectos de emprendedoras corresponden a los sectores menos productivos de nuestra economía, y que además están directamente relacionados con los estereotipos de género asociados a nosotras, nos encontramos con un círculo difícil de romper, si es que no aspiramos a soluciones que surjan de políticas públicas que incorporen medidas económicas con perspectiva de género, desde el Estado para que no sea tan complejo ser mujer emprendedora.
Por lo que hoy para los emprendimientos liderados por mujeres requerimos con urgencia que se tomen acciones positivas para nuestros negocios, tales como inyección de financiamiento público y privado, capacitación con perspectiva de género, generación de nuevas redes de contacto y un trabajo profundo y estructural para solucionar las labores de cuidado.