Aceite de oliva. Al leer o escuchar esta palabra de inmediato se le viene a la mente un aliño perfecto para cualquier plato. Especialmente una ensalada. Pero para Margarita Vergara tiene al menos tres significados más: fuerza, resiliencia y reinvención.
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Hasta el 2016 la vida de Margarita era como la de muchas mujeres: mamá, dueña de casa y sostenedora del hogar. Creía que llevaba bien la carga, pero en febrero de 2016 su cuerpo le dijo: ¡basta!
“Volvíamos de vacaciones con mis hijos. Llegando a la casa en Santiago, tuve un infarto cerebral. Terminé en la clínica. Los médicos no daban un peso por mí. Al grado que mis hijos tuvieron que despedirse de la mamá”, recuerda al inicio de la entrevista con Esfuerzo Pyme y Publimetro.
Aceite de oliva: fuerza
Margarita por lo que ella misma considera un milagro comenzó a recuperarse. Las perspectivas de los médicos era que viviría, pero que sería absolutamente dependiente de otros.
“Sí, dependía totalmente de mi red de apoyo. La que siempre estuvo ahí y lo agradezco. Pero también sabía que debía ver cómo superar esta situación. Soy mamá de cuatro niños, dueña de casa, proveedora, papá y mamá. No había opción de sentarse en la vereda a llorar. Frase interna que tiene mucho significado para mí”, continuó su relato.
-Es fácil decir “voy a superar esto”, pero otra cosa es hacerlo. ¿Qué te dio la fuerza para lograrlo?
-El hecho de “cuidar a la mamá” es un rol que ningún niño o joven debe asumir si puede evitarse. No darles ese peso a ellos, fue mi fuerza y mis ganas de recuperarme, también.
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Aceite de oliva: resiliencia
El significado de resiliencia es la capacidad que tienen las personas para recuperarse de situaciones complicadas y seguir avanzando hacia el futuro.
“Tuve que tomar el toro por astas, como se dice. Averiguar qué hacer, cómo volver a caminar y a hablar. Era todo por pizarra al principio. Luego de tres años de esfuerzo, me recuperé. Hoy estoy bien, y es lo que más agradezco. Soy agradecida de todos quienes estuvieron a mi lado y aún tengo agradecimiento a Dios por esta bendición”, asegura.
– En esos momentos de recuperación, ¿cuál era tu mayor ansiedad?
-Fueron días muy difíciles por todo, pero al menos en mi caso quedarse sin hablar fue un gran tema. Para manejar una casa tienes que poder comunicarte. No poder decir lo que necesitas era una gran frustración. La cabeza entendía el mensaje que quería dar, pero no podía traspasar la información a palabras.
– ¿Cómo pudiste calmar esa ansiedad?
-Entendiendo que había que poner las neuronas en remojo para que descansarán. Al principio fue todo por pizarra hasta que empecé a balbucear, no es una situación fácil de describir. Es un tremendo problema no poder comunicarse. Ahí comprendes lo valioso de tantas situaciones que muchos dan como normal como es hablara, mover un dedo, caminar.
Aceite de oliva: reinvención
Por su infarto cerebral Margarita tuvo que dejar su trabajo. Los recursos que tenía de ahorro y los que llegaron, se fueron casi totalmente a su recuperación.
“El 2018 ya estaba caminando. Hablaba un poco y empecé a preocupar de qué iba a ser de mi vida. No soy muy joven ni muy vieja y debía seguir manteniendo la casa”, recuerda.
– ¿Y cómo aparece el aceite de oliva en tu futuro?
-Mi tatarabuela era fanática de la cocina. Vivía en Lontué, ahí tenía campo. Yo crecí escuchando que ella hacía mezclas con aceites de oliva y le agregaba sabores. Pensé y decidí devolver a la vida estas recetas.
Fue el tiempo de comenzar a preguntar, experimentar y probar. “Tras un largo tiempo llegué a un aceite de oliva extra virgen que me encantó. De forma natural le agregué sabor con hierbas y setas. Una vez tuve el producto, no lo podía creer”, dijo.
-En esta etapa de emprendedora, ¿cómo fue la partida?
-Como no tenía fondos postulé a Lo Barnechea Emprende. Junto con el dinero me asesoraron mucho y pude desarrollar mi producto. Ahí llegó a mi vida Le’oil.
Le’oil
Con los fondos de Lo Barnechea Emprende, Margarita compró los primeros insumos. También se acercó a un productor de aceite de oliva chileno. “Le presenté el producto y le encantó. Así sacamos la primera línea”, agrega.
– ¿Cómo te sientes hoy?
–Orgullosa de mí, muy orgullosa. Mi mamá se murió hace unos cuatro meses de Alzheimer. Logré mostrarle el producto y en uno de esos minutos de conexión, logró entender lo que había hecho. Estaba feliz. Cuando persigues algo con tanto ímpetu, superas los problemas y lo logras, es un orgullo.
-En algún momento de este camino, ¿sentiste que el miedo se impondría?
-Más de alguna vez, pero sabía que debía superar mis miedos. Mis miedos a al enfrentar lo que me sucedió, mi recuperación y luego al emprender. Los emprendedores tienen que ser resilientes, porque la oportunidad de caernos es muy grande muy grande. Es ahí donde hay que creer en uno mismo. El miedo a caerse siempre va a existir, pero hay que seguir adelante a pesar de caerte. Si te caes, vuelves a pararte, aunque cueste.