Estos días de Cuaresma, que finaliza el “Jueves Santo”, tiene una duración de 40 días y es un tiempo especial para todos los creyentes católicos. Se considera como un periodo de penitencia entre el “Miércoles de Ceniza” y el “Domingo de Resurrección” y una de las costumbres más populares, transmitida de generación en generación, es la de abstenerse del consumo de carne los viernes.
Por este motivo, el pescado cobra un especial protagonismo en estas fechas. Pero no hay que olvidar su excelente calidad nutricional: “Posee una proteína que contiene los aminoácidos esenciales por eso su importancia desde el punto de vista de la salud”, comenta Rebeca Flores, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Andrés Bello.
Un buen pescado fresco es una fuente de vitaminas A y D (especialmente especies como la reineta, el congrio o la merluza), tiamina (B1), riboflavina (B2), ácido nicotínico. Sin embargo, en muchas ocasiones el pescado no ofrece al consumidor sus verdaderas características organolépticas (propias de la especie) debido a un almacenamiento y manipulación no adecuados, dice la nutricionista.
Aporte de minerales
Pero si no tenemos la oportunidad de preparar con tranquilidad un sabroso plato de pescados o mariscos frescos por la alza en los precios, se puede recurrir a opciones igual de saludables.
La especialista advierte que antes de comprarlos se debe revisar bien en las etiquetas su fecha de vencimiento y, sobre todo, su aporte en sodio. “La sal colabora al aumento de la presión arterial. En total se debe considerar la cantidad de ‘una tapita de lápiz a pasta’ al día. Así podremos disfrutar un sabroso caldillo de pescado acompañado de una colorida y saludable ensalada de verduras de la época”, agrega.
Los meses de otoño, por otro lado, son ideales para consumir hortalizas y verduras como berenjenas, zanahorias, puerros, cebollas, lechugas de diversas variedades, coliflores, apio y repollos. “Estas contienen compuestos que, además de ser los saborizantes y aromatizantes naturales de estas hortalizas, también son funcionales antioxidantes y antiinflamatorias. Estos dos efectos son esenciales para que los alimentos sirvan de ayuda al organismo para afrontar los resfriados, gripes e infecciones comunes en los cambio de estación”, dice.
Otras ideas es recurrir a las legumbres tales como los porotos, lentejas, garbanzos, arvejas, pastas, cereales tales como arroz (idealmente integral), mote, maicena, quínoa o papas. Finalmente, para el desarrollo normal de todas las funciones vitales precisamos del aporte regular de unos 40 componentes nutritivos distintos, según explica la académica de la UNAB.
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