Proyecto Europeo HOPE contra la obesidad infantil, un ejemplo a seguir

La obesidad es uno de los principales enemigos de la salud en términos de carga por enfermedad en Europa, representando hasta un 7% de todos los gastos de atención médica. Por lo tanto, idearon un proyecto para combatirla.

La obesidad está en gran parte determinada por factores ambientales modificables como el estilo de vida, que ofrece un gran potencial para la prevención. El éxito de la prevención primaria (antes que aparezca la obesidad) podría reducir la demanda futura para el cuidado de la salud en los aspectos asociados con esta enfermedad como las patologías cardiovasculares, diabetes mellitus y cáncer, dice Erwin Núñez, académico de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Andrés Bello.
En Europa nació el proyecto HOPE (Esperanza) conformado por un equipo multidisciplinario de especialistas en los campos de la obesidad, epidemiología, nutrición, actividad física, salud pública y promoción de la salud de 14 países. La iniciativa está coordinada por el Departamento de Salud Pública de la Erasmus University Medical Centre y asistida por el International Obesity Task Force y la Asociación Internacional del Estudio de la Obesidad.
Según explica el nutricionista, el objetivo de este proyecto es apoyar y promover el desarrollo e implementación sistemática, basada en la evidencia de las políticas europeas, nacionales y regionales, para la prevención eficaz de la obesidad y sus consecuencias negativas sobre la salud. “El HOPE, complementa el académico, quiere llevar a todas las personas los conocimientos científicos sobre el sobrepeso, la obesidad y sus factores determinantes y utilizar la experiencia de los investigadores fuera de toda Europa”.
 
Origen
Este proyecto nace tras el aumento de la prevalencia de sobrepeso y obesidad en Europa. En efecto, explica Erwin Núñez, se estima que el 20% de los niños en varios países miembros tienen sobrepeso. El número de niños con sobrepeso se estimó en 22 millones en 2006 y los obesos en más de 5 millones, cifra que aumentan en más de un millón por año.
El otro factor importante es la necesidad de contar con antecedentes de una eficaz prevención de la obesidad. “Muchas intervenciones sólo se centran en el aumento del conocimiento (el que sí aumenta) en torno a la obesidad, sin embargo las que obtienen mejores resultados parecen ser en las que se interviene en temas de nutrición y actividad física al mismo tiempo”, asegura el experto.
Se necesita, además, contar con la intervención en el currículo académico de los adolescentes. Es decir, detalla el nutricionista, contar con facilitadores ambientales en los que se organicen oportunidades de actividad física durante los descansos, antes y después de la escuela. Sumado a disponibilidad de espacio para la realización de actividad física, aumento del tiempo de clase de educación física, fácil disponibilidad o accesibilidad a alimentos saludables y  restricciones sobre alimentos poco saludables.
“Las futuras intervenciones deberán tener una duración suficiente (tal vez de varios años) donde se evalúen una o varias estrategias para determinar si los efectos sobre la composición corporal y/o el peso corporal y el impacto en la prevención de la obesidad son sostenidos en el tiempo”, concluye Erwin Núñez.

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