Lo que hay que saber de la dieta hiperproteica

Últimamente es frecuente escuchar en distintos medios de comunicación de las dietas hiperproteicas como nuevo y efectivo método para bajar de peso. Pero ¿cuáles son sus ventajas y riesgos?

El tema de la dieta hiperproteica tomó fuerza cuando algunos políticos informaron estar bajo este tipo de dieta pasando a considerarse “la dieta del gabinete”.
Quienes la promueven aseguran una rápida baja de peso sin sufrir por no saciar el apetito, el cual se puede mantener en el tiempo. Entonces la gente vuelve a cuestionar: ¿Existen las dietas milagrosas? ¿Se puede bajar de peso sin dejar de comer?
Existen ventajas y desventajas de una alimentación con un alto contenido proteico, dice Evelyn Muñoz, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Andrés Bello.
“Una dieta hiperproteica es aquella que aporta una cantidad mayor de proteínas que las recomendadas”, explica la nutricionista.
En una persona adulta el requerimiento es de 0.8 a 1 gramo por kilogramo de peso, o sea entre 10 y 15% de las calorías diarias. “Con la dieta hiperproteica se puede llegar a ingerir hasta un 35% de la energía que se necesita al día proveniente de las proteínas”, subraya la profesional.
Esto acompañado a un bajo aporte de carbohidratos por el escaso consumo de cereales, frutas y verduras induce al organismo a sintetizar en menor cantidad insulina y a obtener energía a partir de las grasas produciendo los llamados cuerpos cetónicos. “Estos disminuyen la sensación de apetito, ya que producen acidez metabólica (disminución del pH). El control de pH es esencial para un adecuado metabolismo”, agrega Evelyn Muñoz.
Para compensar la acidez el organismo aumenta el pH extrayendo calcio de los huesos, lo que por consecuencia disminuye la densidad ósea. Es importante recalcar, comenta la nutricionista, que los más importantes competidores de la acidez son la ingesta adecuada de frutas y hortalizas.

¿Una nueva tendencia?
El concepto de dieta hiperporteica se hizo conocido a principios de los años 70 cuando un médico estadounidense llamado Robert Atkins publicó el libro “La revolución dietética del Dr. Atkins”, naciendo así la popular “Dieta de Atkins”. Dicho método consistía en un bajo consumo de carbohidratos y un elevado aporte de proteínas y grasas en la dieta, explica la nutricionista.
Desde aquellos años el tema en la comunidad científica es controversial y con abundantes cuestionamientos.
Entre las desventajas de estos procesos y por lo tanto de la práctica de una alimentación con alto contenido de proteínas está el cansancio, fatiga, cefaleas e irritabilidad por una excesiva producción de cuerpos cetónicos y la importante pérdida de agua.
Existe también, un aumento del riesgo de presentar cálculos renales debido a la mayor eliminación de calcio por la orina; peligro de sufrir arritmias y otros problemas por una inadecuada conducción eléctrica; y afecciones al hígado por un aumento de tejido graso infiltrado en este órgano originada por el consumo de alimentos ricos en grasas como carnes, embutidos, quesos, etc.
La nutricionista subraya el riesgo de daño renal por un forzado trabajo para compensar la acidez y eliminar los desechos de las proteínas; carencias de nutrientes esenciales como vitaminas y minerales por la limitada oferta de alimentos permitidos; estreñimiento y deshidratación por una elevada eliminación de líquidos por la orina; y mal aliento producto de la alta producción de cuerpos cetónicos en el organismo.
“La rápida baja de peso es el resultado del menor contenido de agua en el organismo y no la disminución de grasa”, comenta Evelyn Muñoz.
“Lamentablemente existen aún pocos estudios que puedan avalar esta dieta por sobre otras. Dentro de los resultados encontramos que a corto plazo la pérdida de peso es mayor que en una dieta equilibrada, pero a largo plazo no hubo diferencias (un año). Tampoco tuvo mejores resultados sobre el riesgo cardiovascular”, agrega la experta.

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