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¿Saben cómo Alejandro Aravena se dio cuenta que Elemental había traspasado las fronteras de Chile? El arquitecto cuenta que fue en una comida con un millonario ruso, quien en medio de una conversación sobre proyectos y cómo ejecutarlos, le dijo “ustedes son los que tienen una marca global”. Esa simple frase lo hizo pensar, y se dio cuenta que sí, podía ser verdad.
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Elemental, lo conforman Alejandro Aravena, Gonzalo Arteaga, Juan Cerda, Victor Oddó y Diego Torres, y es un Do Tank fundado en 2001 cuyo propósito es participar y crear proyectos de interés público e impacto social, incluyendo viviendas, espacio público, infraestructura y transporte. En su web reciben con la frase “ABC de la vivienda incremental ahora es conocimiento público”, lo que ejemplifica el sello de Elemental: un proceso de diseño participativo, en el cual los arquitectos trabajan en estrecha colaboración con el público y los usuarios finales. Tanto es su éxito que ha construido no sólo en Chile sino Estados Unidos, México, China y Suiza, con proyectos que van desde el diseño de un bus de transporte público a un plan para el desarrollo de Patagonia o un edificio para laboratorio Novartis, en China. Nombrado por la prensa nacional y extranjera –y por sus propios colegas– como uno de los hombres más destacados de Chile, luego del terremoto y tsunami que afectó Chile en 2010 fueron llamados para trabajar en la reconstrucción de la ciudad de Constitución, donde tenían que integrar todas las experiencias anteriores.
¿El resultado? Impactante. Tanto así que la propuesta que desarrollaron fue aplicada en otras ciudades en donde el diseño urbano fue usado para resolver conflictos políticos y sociales.
Alejandro Aravena nació el 22 de Junio 1967 en Santiago, y se recibió de Arquitecto en la Universidad Católica en 1992. En 1991, todavía estudiante, participó en el Premio de Venecia de la 5ª Exhibición Internacional de Arquitectura de la Biennale di Venezia. En 1993 estudió Historia y Teoría y grabado en la Accademia di Belle Arti de esa ciudad. En 1994 estableció su propia oficina, Alejandro Aravena Arquitectos, y desde el 2000 al 2005 fue profesor en la Universidad de Harvard, donde fundó ELEMENTAL junto con Andres Iacobelli.
Su currículum de premios y distinciones es extenso, siendo obviamente el principal el que recibió hace pocos días en la sede de la ONU, Nueva York: el Premio Pritzker, el más importante del mundo de la arquitectura a nivel mundial. De hecho él mismo fue miembro del jurado del Pritzker del 2009 al 2015. Pero la antesala fue, sin duda, ser nombrado director de la 15ª Exhibición Internacional de Arquitectura de La Biennale di Venezia de este año. En una oportunidad, después de recibir un premio, dijo que “la gran virtud de ellos es que permiten ser cada vez más inseguro, creerse menos el cuento, porque como hay que probarle a menos gente, se puede dudar de uno mismo. Y esa libertad es un lujo”
En otra entrevista se le pidió definirse como arquitecto, y lo hizo con una sola y simple palabra: sintético. “Si hay un poder en el diseño es el de síntesis. Es decir, formular la pregunta y que la respuesta sea lo suficientemente sintética sin reducir la complejidad de la pregunta. Además, no se puede pensar en estar ‘a la moda’, porque queda obsoleto muy rápido”.
Si bien en Chile en el último tiempo los arquitectos ya son reconocidos por su nombre y no sólo por sus obras, tal como lo señaló el sitio especializado Plataforma Arquitectura, “en pocas ocasiones la arquitectura forma parte de los titulares en periódicos y otros medios de prensa masivos”. Entre los motivos se menciona, por ejemplo, que el reconocimiento de este año suscitó mayor interés que en versiones anteriores, y que incluso hubo quienes lo cuestionaron por no estar premiando la trayectoria de un arquitecto, sino más bien enfocarse en su compromiso social. A juicio de los especialistas, el Pritzker de Alejandro Aravena entregó una señal, valorando a un arquitecto cuya versatilidad lo lleva a desenvolverse entre el mundo académico, el público y el privado sin problema, con obras que tienen sus bases en el profundo conocimiento de cada uno de los ámbitos que componen el contexto en el que opera. El mismo sitio Plataforma Urbana definió que “esta nominación puso de vuelta al ‘arquitecto’ en la esfera pública y deja en claro lo que se espera de nuestra profesión en los próximos años: una mayor participación en los problemas de índole social, y consecuentemente, un involucramiento más profundo con el mundo político y la sociedad civil”.
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Tanto es el compromiso de Alejandro Aravena y ELEMENTAL que, post entrega del Pritzke, la empresa decidió liberar cuatro de sus diseños de vivienda social para su libre uso por parte de todos los usuarios, ya que a juicio del arquitecto “tenemos la necesidad de trabajar juntos en abordar el desafío de la rápida urbanización alrededor del mundo”. La planimetría liberada incluye plantas, cortes/secciones, elevaciones/alzados y detalles constructivos de los proyectos de vivienda social en Quinta Monroy, Lo Barnechea, Monterrey y Villa Verde.
LA VIVIENDA SOCIAL
Si bien cuando se nombra a Alejandro Aravena surgen de inmediato los increíbles proyectos, tanto públicos como privados, que ha ejecutado –en Chile algunos de los más importantes son el Parque Bicentenario de la Infancia, Mirador Las Cruces, el Centro de Innovación UC Anacleto Angelini, la Escuela de Matématicas UC, el colegio Ayelén, la Escuela de Medicina UC, el Centro Cultural de Constitución o las Torres Siamesas– es innegable que su gran aporte ha sido por el lado de la vivienda social.
Mientras realizaba su taller en Harvard, y que trataba sobre la política habitacional chilena y el rol que podía jugar la planificación de la ciudad en el combate a la desigualdad, tomó la decisión de hacer algo importante con su profesión: hacer viviendas sociales.
¿Cuál fue la propuesta de ELEMENTAL para la vivienda social? Casas construidas de modo que puedan cambiar y crecer con el tiempo. El presupuesto está concentrado en los primeros 35 metros, se construye la estructura para dejar abierta la posibilidad de agrandarla o modificarla, si es que la familia puede. “Nuestra meta fue que las casas aumentaran su valor en el tiempo. Si se recibe un subsidio una vez en la vida, uno querría que ese patrimonio familiar creciera en valor”. Pero no se trata sólo del diseño. Por lo general la política de vivienda social –en Chile y en el resto del mundo también– está más enfocada en la segregación, voluntaria o no, de los barrios denominados populares, ocupando generalmente terrenos en la periferia, lejos de los servicios de primera necesidad, trabajo y educación de los mismos habitantes. Es decir, se soluciona el ítem vivienda, pero no trae aparejado una real erradicación de la pobreza.
Al respecto la solución de Aravena también fue transgresora. Los lotes de casas son construidos insertos en las ciudades, “de modo de no erradicar la pobreza a la periferia, sino de acercarle los beneficios de la ciudad a todos, para que con el tiempo puedan realmente alcanzar estándares de clase media”, explica.
El primer proyecto lo hicieron en Iquique, la ya famosa Quinta de Monroy, que tuvo tanto éxito que fue replicado en otras ciudades de Chile, también en Monterrey (México), y recibió el Premio Internacional de Diseño Index, categoría Casas.
A juicio de los especialistas, el Pritzker de Alejandro Aravena entregó una señal, valorando a un arquitecto cuya versatilidad lo lleva a desenvolverse entre el mundo académico, el público y el privado.