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Desde su oficina en el barrio Bellas Artes, el arquitecto de la Universidad de Chile y máster de Arquitectura de la Universidad de Yale, Albert Tidy, nos recibe para hablar de sus proyectos y del rol de la arquitectura nacional.
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En la actualidad su oficina desarrolla una obra de alto impacto cultural y social. “Estamos involucrados en un proyecto de patrimonio, en rescatar la sombrerería Girardi, lo que se conoce como la Factoría Italia”, explica.
El profesional, ligado también a bienales, ha sido profesor y crítico invitado en diversas escuelas de Arquitectura. Actualmente es decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián (USS), desde donde también da cuenta de la realidad de la profesión desde la academia.
¿Cómo llegaron a involucrarse en este proyecto de recuperación patrimonial, la Factoría Italia?
A finales del 2011, los promotores inmobiliarios Jack Arama y Daniel Schapira abrieron un concurso privado para renovar las antiguas instalaciones de la fábrica de sombreros Girardi. El encargo es un caso excepcional en el mundo inmobiliario, ya que no sólo estábamos obligados a conservar la mayoría de los edificios existentes –que no cuentan con ningún tipo de protección patrimonial– sino que además se puso énfasis en el espacio público y cultural por sobre los aspectos más comerciales del proyecto. Se dio valor a estas naves históricas que quedaron atrapadas dentro de la ciudad. Desarrollamos la obra junto con los arquitectos asociados Daniel Lazo y Gonzalo Cáceres.
¿Y cuáles han sido los principales desafíos?
El proyecto se construirá por etapas; hoy se está levantando la primera de ellas, por lo que esperamos que de aquí a cuatro años esté finalizado. En esta fase empezamos a construir los seis niveles subterráneos. Si de desafíos se trata, los edificios existentes representan la ruta crítica del proyecto, debido a que las obras de construcción han sido complejas porque hemos tenido que excavar 27 metros de profundidad, pegado al borde de los edificios. Hemos querido hacer la excavación en los lugares donde no hay edificios de interés histórico, lo cual ha requerido de una logística e ingeniería muy especial. Los edificios existentes van a ser reforzados, conservando su altura. Se demolió lo que no era original, que eran unas adiciones a la parte trasera donde están los galpones, pero todo lo que era de valor patrimonial se conservó.
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Pero otra de las características de su oficina es el desarrollo de casas boutique…
Hemos desarrollado varias casas a pedido, en distintas comunas de Santiago y alrededores, donde lo que predomina es la espacialidad y las vistas. En ese sentido destaca por ejemplo la Casa Martínez, vivienda de fin de semana encargada por una pareja joven, en la laguna de Aculeo. El terreno se encuentra en un loteo en la ladera de un cerro que desde la distancia y la altura contempla la laguna. La casa en consecuencia actúa como un puesto de observación del paisaje y contemplación de la lejanía a través de dos únicas ventanas que se bifurcan tanto en altura como en dirección, para captar orientaciones visuales distintas.
Auge de la arquitectura nacional
“Sorprende que hoy existen profesionales chilenos en las mejores escuelas de arquitectura del planeta; eso marca un poco dónde está parada la arquitectura nacional. Por otro lado, la propagación de escuelas de arquitectura ha aumentado la competitividad, y centros de estudios que antes eran considerados de segunda categoría hoy compiten con las mejores universidades del país”.
¿Ha cambiado el rol del arquitecto?
Creo que hay distintos perfiles. Están los que se dedican a pensar la arquitectura o teóricos, y ellos cumplen un rol fundamental en las escuelas haciendo investigación y nutriendo la disciplina. Están los arquitectos que practican el oficio, aquellos que dan cuenta del estado del arte. O los urbanistas, que ven la arquitectura desde una perspectiva de ciudad, pero también hay un nuevo rol que se extrapola a un arquitecto más político, que se hace cargo de problemas que trascienden lo arquitectónico y se transforman en referentes y pensadores.
¿Cuál de ellos es el profesional que forma la USS?
Es una mirada hacia los orígenes de la arquitectura. Lo que hacemos es que nuestros alumnos aprenden haciendo, emulamos el trabajo en una oficina de arquitectos. Los alumnos salen con una alta preparación técnica y reflexiva, por lo tanto, lo que esperamos es que ese arquitecto sea reconocido por ese valor agregado, como un profesional que conoce su trabajo.