Estilo de Vida

Por qué una semana de trabajo más corta nos haría más productivos

Muchas organizaciones sociales, expertos reconocidos e incluso uno de los hombres más ricos del mundo, Carlos Slim, han expresado su entusiasmo por una semana de trabajo más corta, con el objetivo de mejorar la vida de los trabajadores e impulsar la economía.

Hay casos de éxito existentes para apoyar el movimiento por una semana más corta. Sin embargo, muchas empresas siguen siendo reacias a reducir las horas de sus empleados.

Los defensores de una semana laboral más corta argumentan que los empleados deben trabajar cuatro días de 10 horas.

Una encuesta realizada por Spectrem Group encontró que más del 69 por ciento de los millonarios encuestados (aquellos con activos invertibles de US$ 1 millón o más) dijeron que creían que la semana laboral de cuatro días es una “idea válida”. En la misma forma, una encuesta de YouGov realizada en 2014, encontró que el 57 por ciento de la gente apoyaría la introducción de una semana laboral de cuatro días en el Reino Unido.

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La propuesta es reducir la semana laboral de cuatro a cinco días.

Los beneficios de una semana laboral más corta


Los expertos sostienen que una reducción de la semana laboral – sin una reducción en la retribución – nos podría proporcionar significativos beneficios ambientales, sociales y económicos.

“Una semana laboral más corta podría mejorar el bienestar, desafiar las desigualdades de género, nos dejaría con más tiempo para pasar con amigos y nuestras familias, más tiempo para participar activamente en nuestras comunidades, y con más tiempo libre para pasar haciendo las cosas que amamos,” explicó a Metro Aidan Harper , asistente de investigación en la Fundación New Economics.

El acortamiento de la semana laboral, según los expertos, podría también ayudar a las ciudades e incluso la sociedad en general mediante la reducción de los problemas de tráfico y el consumo de energía.

“Nuestra sociedad también se beneficiaría por completo ya que los trabajadores que se trasladan a sus oficinas y el tráfico correspondiente se reducirían. Esto reduciría significativamente la contaminación del medio ambiente, especialmente en las áreas metropolitanas.

“Las organizaciones podrían ahorrar en sus cuentas de energía haciendo el ambiente más ecológico”, dijo Pramila Rao, profesora asociada de recursos humanos en la Universidad Marymount, EE.UU..

Los datos más recientes de La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) muestran cierta correlación entre un menor número de horas de trabajo y un aumento de la productividad entre los países miembros. Los cinco países con mayores niveles de productividad registraron menos de 40 horas de trabajo por semana.

Luxemburgo es el país de la OCDE con el mayor nivel de productividad (81.2) y tiene un promedio de 36,9 horas trabajadas por semana. En contraste, México registró en 2014 uno de los más altos niveles de horas trabajadas por semana (44,7) y el nivel más bajo de productividad (18).

Pero, también hay argumentos en contra


Aunque hay muchos grupos que apoyan la idea de acortar la semana laboral y hay muchos argumentos a favor, algunos expertos advierten que este esquema de trabajo de cuatro días de 10 horas no se ajusta a todas las empresas y otros dicen que podría causar problemas de salud para los trabajadores.

“Mi hipótesis es que jornadas más cortas pueden beneficiar a algunas empresas, pero dañar a otras . Menos horas deberían resultar en menores costos de nómina para muchas empresas. En algunos casos, una pérdida insignificante (o incluso un aumento) de la producción efectiva”, dijo a Metro John Pencavel, autor del artículo “La productividad de las horas de trabajo” y profesor de economía en la Universidad de Stanford.

Allard Dembe, profesor de salud pública en la Universidad Estatal de Ohio, escribió recientemente un artículo en la revista The Conversation, que explica que hay peligros ocultos en la ‘compresión’ de cinco días hábiles en cuatro. Estos pueden ser los efectos sobre la salud que podrían ocurrir como resultado de la fatiga y el estrés que se acumula en un día de trabajo más largo de lo normal (ocho horas).

El profesor añade que para los empleados que ya están sufriendo por exceso de trabajo, la carga adicional de la compresión de cinco días en cuatro podría ‘romperles’ la espalda.

A pesar de la existencia de algunos argumentos en contra, los que apoyan la reducción de la semana laboral insisten en que los únicos obstáculos a su aplicación se deben a las barreras políticas y culturales.

Como explica Harper, “los principales obstáculos a la reducción de la semana laboral no son tecnológicos o económicos, son cultural y políticos. Esto lo demuestra el número de organizaciones y países en transición hacia semanas laborales más cortas o prácticas de trabajo más flexibles.”

Daniel Casillas/Metro World News

Trabajar menos horas aumentarían la eficiencia y beneficiaría la salud de los trabajadores. Entonces, ¿por qué no están dispuestas las empresas a comprometerse a una semana más corta?


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