Aunque ya se conocía que algunos genes neandertales habían contribuido a cierta inmunidad corporal, un reciente estudio publicado hoy por American Journal of Human Genetics ha demostrado que también dejaron su impronta en otras características, como el tono de piel o el color del pelo.
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Incluso los patrones de sueño o las posibilidades de ser o no fumador.
Después de que los humanos y los neandertales se conocieron hace muchos miles de años, las dos especies comenzaron a cruzarse, y aunque los neandertales ya no existen, cerca del 2 por ciento del ADN de los no africanos que viven hoy proviene de ellos.
Janet Kelso, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania, quien dirigió este estudio, explica que su equipo estaba interesado en explorar las conexiones entre el ADN neandertal y los rasgos no relacionados con las enfermedades.
En otras palabras, querían descubrir la «influencia que el ADN neandertal podría tener sobre la variación ordinaria en la gente de hoy».
Debido a que los alelos de neandertal son relativamente raros, los investigadores necesitaban datos que representaran un número realmente grande de personas.
Así, hallaron estas conclusiones gracias a los datos provistos por más de 112.000 participantes en el estudio piloto del Biobanco de Reino Unido.
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El Biobanco incluye datos genéticos junto con información sobre muchos rasgos relacionados con la apariencia física, la dieta, la exposición al sol, el comportamiento y la enfermedades de aquellas personas que tienen en sus registros.
Estudios anteriores habían sugerido que los genes humanos implicados en la piel y la biología del cabello estaban fuertemente influenciados por el ADN de neandertal, pero no estaba claro cómo sucedía, explica Kelso.
«Ahora podemos demostrar que se trata del tono de la piel, y la facilidad con la que uno broncea, así como el color del cabello los rasgos que se han visto influenciados», agrega.
«Estos hallazgos sugieren que los neandertales podrían haber diferido en sus cabellos y tonos de piel, como lo hacen las personas», añade Michael Dannemann, primer autor del estudio.
Kelso señala que los rasgos influenciados por el ADN del Neandertal, incluyendo la pigmentación de la piel y el cabello, el estado de ánimo y los patrones de sueño, están relacionados con la exposición a la luz solar.
Cuando los seres humanos modernos llegaron a Eurasia hace unos 100.000 años, los neandertales ya habían vivido allí durante miles de años. Probablemente estaban mejor adaptados a niveles más bajos y más variables de la radiación ultravioleta del sol que las nuevas llegadas de humanos de África.
«La piel y el color del cabello, los ritmos circadianos y el estado de ánimo están influenciados por la exposición a la luz», escribieron los investigadores.
«Especulamos que su identificación en nuestro análisis sugiere que la exposición al sol puede haber formado fenotipos neandertales y que el flujo de genes en los seres humanos modernos continúa contribuyendo a la variación en estos rasgos hoy en día», añaden.