Para la mayoría de los estudiantes las matemáticas son una asignatura difícil, lo que limita sus intereses en adentrarse en el mundo de los números. Una situación que se transforma en un problema para los profesores, que a su vez luchan con enseñar a alumnos desmotivados.
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Por eso la afirmación del profesor de matemática y física de la Universidad de Cambridge, Conrad Wolfram, ilustra de alguna manera, los cambios que se deben hacer para que los niños y jóvenes comiencen a amar los números.
El académico es además creador de la compañía Computer Based Math, dedicada a rediseñado las matemáticas y que desde hace dos años trabaja en un programa piloto con el Gobierno de Estonia.
Wolfram apunta que uno de los problemas es que no se incluya la tecnología en el aprendizaje. “Los matemáticos me odiarán por decir esto, pero antes de los computadores las matemáticas no eran muy útiles para el día a día, para la vida en general”, dijo en una entrevista con el diario español El País.
“Los problemas reales del siglo XXI solo se pueden resolver usando los computadores y por eso deben entrar en el sistema educativo como parte fundamental de la asignatura de matemáticas”, agrega.
“Tener a los niños en las aulas calculando a mano ecuaciones de segundo grado ya no tiene sentido; hay que enseñarles a interpretar los datos y a sacar utilidad de las matemáticas. Enseñarles el funcionamiento básico está bien, pero complicarlo hasta la extenuación es una estrategia errónea que les aleja para toda la vida. Suelo poner el ejemplo de la conducción; no hace falta entender el funcionamiento de los motores para manejar un vehículo”, complementa.
El académico apunta además que los gobiernos deben mirar sus planes y reformularlos, además de hacer una apuesta por nuevos métodos para dar a los niños y jóvenes las habilidades que actualmente necesitan.
“Los jóvenes tienen que encontrarles una utilidad: tener las habilidades para diferenciar una buena hipoteca o el suficiente escepticismo para cuestionar las estadísticas que ofrece el Gobierno. La desmotivación es uno de los grandes desastres de las matemáticas”, dice.