Punggye-ri se hizo conocida a nivel mundial como la base en donde el régimen de Kim Jong-un realiza los ensayos nucleares con los cuales Corea del Norte busca amedrentar a sus vecinos de Seúl, a Estados Unidos y básicamente, a todo el mundo.
PUBLICIDAD
Sin embargo, en esa zona del condado de Kilju aparte de los militares, de las bombas y de todo el arsenal que mantiene el Ejército, también viven personas comunes y corrientes, quienes vieron alteradas su tranquilidad y ahora viven un infierno.
Según informa el diario surcoreano Chosun Ilbo, un grupo de al menos 21 desertores de Pyongyang dieron a conocer la escalofriante vida de las personas en ese rincón del país asiático, en donde la contaminación nuclear ha generado diversos problemas: bebés con malformaciones, la muerte de al menos el 80% de la vegetación y el aislamiento de diversas familias.
«He escuchado por parte de un pariente de Kilju que los bebés nacidos en los hospitales locales presentan deformidades», sostiene uno de los informantes. Además, agregaron que los peces y hongos están casi en su totalidad extinguidos desde que el 2006 comenzaran las pruebas nucleares.
Además, las personas no pueden abandonar la zona y su entrada a la capital del país está prohibida. En ese sentido, aseguraron que ya no pueden ser atendidos en los hospitales de Pyongyang y que son fuertemente revisados si saldrán del condado, para cerciorarse que no portan tierra, rocas o plantas de ese lugar, por lo que están prácticamente recluidos en el infierno.
Finalmente, de acuerdo a los desertores, si alguna familia es sorprendida con algo que no esta permitido, «son arrestadas y enviadas a campos para prisioneros».