«Ese es el canto que horroriza a adultos en este verano tras la cordillera. Se trata del comentario del verano en Reñaca y en la V Región de Chile, lugar al que cada enero desde hace décadas llegan miles de mendocinos a veranear. Los jóvenes consumen alcohol y marihuana mientras toman sol en la zona del sector 4 y 5 de este tradicional balneario».
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«‘Pito, pito… ¿quieren pito?’, es la pregunta que se escucha cada tanto si uno está atento: quien la emite no hace otra cosa que ofrecer cigarrillos de marihuana a quien quiera comprarlos. Lo mismo sucede con el alcohol: vendedores furtivos pasan caminando con el pretexto de vender gaseosas… pero en sus heladeras la oferta es mucho más variada».
Los dos párrafos iniciales son parte de un artículo elaborado por el medio web de Mendoza MDZ, en donde se destaca el alto consumo de alcohol y marihuana de los jóvenes trasandinos que van de vacaciones a Viña del Mar y se apoderan especialmente de la zona de Reñaca.
«No llegan con un ‘cooler’ por grupo: algunos tienen una heladerita por persona. Un grupo de chicos que no llegaban a los 20 años se bajaron, al lado mío, tres botellas de fernet. Eran cinco, creo. Es impresionante además la mugre que hacen, porque dejan todo tirado», relata una mendocina identificada como Marisa a la mencionada web.
Una opinión similar tiene Liliana, quien destaca la buena onda que hay entre los argentinos, pero expresa sus preocupaciones ante el consumo de alcohol de los jóvenes.
«Me encanta que vengan con parlantes, con música, con el sistema bluetooth y toda la tecnología que quieran… es muy divertido verlos reír y bailar… pero me apena mucho que se extralimiten con el alcohol. No entiendo por qué deben alcoholizarse para divertirse y bailar», señala.
Una chilena, oriunda de Santiago y que juega con sus nietos en la arena, también manifiesta su rechazo ante el comportamiento de los trasandinos.
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«Pese a que en la playa y en cualquier lugar público está prohibido beber alcohol, los jóvenes argentinos la pasan por alto. Los carabineros no les dicen nada. Pasan caminando, pero yo no los veo que los detengan o que les retiren las botellas o latas de cerveza», afirma Susana.
Por lo mismo, son los propios argentinos que no caen en este tipo de conductas, los que llaman la atención a sus compatriotas.
«Hay mucho adolescente que no tienen conciencia que estamos en otro país y que tienen que respetar», expresa un turista.