La pareja Turpin quedó al descubierto luego de que una de sus hijas lograra escapar de la vivienda para dar aviso a la policía y relatar las infamias que estaban sucediendo dentro de su mismo hogar. Los trece hijos del matrimonio se encontraban en paupérrimas condiciones, en calidad de esclavos, con grilletes y sin recibir alimentos.
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No hay dudas de que quienes frecuentaban a la pareja siempre recibieron pistas de lo que sucedía, pero sin darse cuenta.
Por ejemplo, un ex compañero de colegio de una de las hermanas, declaró que la niña asistía al colegio sin bañarse, que olía mal y que la molestaban en el curso. Pero hasta el momento no parecía sospechoso, ya que nadie se asombró por esto.
Además, la familia jamás salía de su casa, lo que era notorio porque las luces siempre estaban prendidas y las ventanas cerradas.
Según afirmaron residentes del lugar donde vivieron en el año 2000, para una navidad compraron ocho bicicletas que se destiñeron al sol, pues nadie nunca las usó.
Incluso, los pequeños maltratados ya se habían intentado escapar antes. Una vez, otra de las hijas adolescentes intentó huir, pero un vecino se encargó de devolverla a su «hogar».
Los nuevos locatarios que llegaron a ese domicilio, dijeron que al llegar a la vivienda encontraron su interior destrozado y el piso del baño podrido.
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Según contó otro vecino a Los Angeles Times, la casa estaba repleta de cerraduras, «el armario tenía cerradura, el cofre de juguetes, el refrigerador», también aseguró que no habían camas, solo se veían colchones. Daba igual, todo en ese lugar estaba sucio.
Los Turpin también tenían una casa rodante, una vez un sujeto la vio y afirmó que estaba cubierta de basura, con cuerpos de gatos y perros muertos a su alrededor. Otro relato es de cuando en una oportunidad, el matrimonio debió rematar una camioneta, según trascendió, los acusados no se tomaron la molestia de limpiar las decenas de pañales sucios y de latas vacías que habían en su interior.
Eso hasta el año 2000
Mientras vivieron en Murrieta, Caifornia, la historia no fue tan diferente: Mike Clofford, un vecino, contó en LA TIMES que una vez vio marchar a los niños en círculos durante la noche. Otro dato fue aportado por estudiantes de la misma escuela de uno de los 13 hijos, quienes siempre vieron a uno de los pequeños comiendo desesperadamente.
En su actual domicilio, ubicado en Perris, una localidad en el Estado de California, Salynn Simon, quien vivía al frente de la familia, contó que no podía creer la edad de uno de los niños, pues se veía mucho menor.
En tanto Wendy Martínez, otra vecina, aseguró que si bien podía ver dentro del patio de la «casa de los horrores», ella nunca notó nada extraño.