Acusado formalmente de robar un «bizcocho de galletas mediano de dos niveles” a su compañero, informalmente, acusado por el caso conocido como «Biscuitgate» o en español, “Galletagate”.
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Por fin se esclareció el caso de Thomas Hopper, un oficial de policía en Kingston, Londres, quien fue acusado por su “falta de integridad” al robar una lata de galletas a su propio colega y no conforme con eso, mentir y negar el incidente.
A pesar de que esto ocurrió en mayo de 2016, recién el caso parece cerrarse.
Según su propia versión de los hechos, él tomó las galletas pero con “la intención de compartirlas” e incluso se ofreció a reemplazarlas, según comentó a Sky News.
A pesar de sus “buenas intenciones”, robarle la colación a un compañero es un delito considerado como una violación a las normas profesionales de su intitución.
“El robo es un robo”, fue la respuesta de la entonces inspectora Sarah Blake, quien traspasó el caso a la Dirección de Estándares Profesionales. “¿Cómo iba a devolver los bizcochos si ya se los había comido?”, fue la lógica utilizada para culpar al agente por hurto.
Luego de tres días de discusión, se aprobó que Hopper vuelva a ejercer sus funciones con normalidad, pues desde julio de 2017 que estaba con sus servicios “restringidos”.
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Hopper tuvo buena suerte, ya que luego de una audiencia de tres días por “mala conducta», el tribunal finalmente desestimó el caso y fue absuelto.