Ocurrió en Simferopol, en Crimea (territorio ucraniano bajo ocupación rusa), cuando Natalia Simonova planeaba dar un paseo con su pequeño hijo, Vladimir, de seis meses.
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Al subir al ascensor, se llevó la sorpresa de que este estaba en mal estado, pues intentaba bajar desde el noveno piso pero la máquina se atascó entre el tercero y el cuarto.
Desesperada, intentó forzar las puertas utilizando el coche para empujarlas, idea que desencadenó la tragedia. El coche se trabó en la puerta justo en el momento en que el ascensor comenzó a moverse para arriba y para abajo.
En ese mismo instante, la mujer de 38 años llamó desesperada a su marido, Oleg, para que la ayudara pues su bebé estaba muerto. Atónito, bajó por las escaleras junto a otros vecinos, quienes forzaron la puerta y sacaron al niño aplastado.
Tal como describió el hombre para medios locales, el bebé estaba colgado con “la cabeza gacha. Pensamos que todavía podría estar vivo”, pero lamentablemente ya era muy tarde.
No pasaron ni cinco minutos hasta que Natalia corriera la misma suerte, al intentar salir, el ascensor comenzó a moverse frenéticamente cobrando su segunda víctima fatal en un mismo día.
Natalia y si hijo fueron enterrados juntos en un ataúd durante esta semana. Mientras tanto, su esposo planea demandar a los responsables, pues asegura que el ascensor llevaba tiempo malo y nadie lo arreglaba.
Según la ley rusa los responsables de estas “instalaciones inseguras” pueden arriesgar hasta diez años de cárcel.