Matthew Spriggs y Lesley Speed estaban luchando por la tuición de su hijo Archie de 7 años y debían “verse las caras” en un tribunal de Shropshire en Inglaterra.
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El sujeto llegó puntual a la cita en el juzgado de familia el 21 de septiembre del año pasado, sin embargo la mujer nunca se hizo presente, señala Shropshire Star.
A eso de las 6 de la tarde del mismo día Darren Jones, la pareja de Lesley, volvió a casa del trabajo y se encontró con una terrible escena.
«Hay sangre en todas partes. Se ha cortado a sí misma. Su hijo…, él está muerto. Está helado, está azul”, dijo desesperado Jones a la operadora de los teléfonos de urgencia, indica el Mirror.
La investigación dejó al descubierto que la mujer no se sentía preparada para la audiencia y que temía que finalmente el tribunal le quitara a su hijo.
En la vivienda se encontraron cartas que terminaron siendo reveladoras y en las que Lesley Speed aseguraba que “preferiría que su hijo estuviera muerto antes que verlo partir con su padre”.
La autopsia arrojó que el pequeño fue ahorcado con una bufanda y que además la mujer trató de asfixiarlo con una almohada.
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La fiscal también explicó en el tribunal que Lesley había sido diagnosticada con depresión en dos oportunidades (1998 y 2014), pero el nivel de la enfermedad fue calificado como «moderada” por parte de los médicos.
Por su parte, la defensa de la mujer señaló que aún no estaba claro que Lesley hubiera matado a su hijo y que si el tribunal lo consideraba así, también tenía que tener en cuenta “las opiniones de los expertos” que señalan que en el momento del asesinato “ella sufría una anomalía mental causada por un episodio grave de depresión con síntomas psicóticos”.
El juicio sigue su curso y se espera que en los próximos días se dicte sentencia.