«Váyanse a la mi…., déjenme comer su buen tocomple cuando estoy estresado». Este es uno de los tantos comentarios que los lectores de Publimetro dejaron en Facebook en la nota que contaba sobre la idea propuesta por un grupo de expertos nacionales de subir impuestos a alimentos ricos en grasa, azúcar y sodio para combatir la obesidad en Chile.
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En ese sentido, la fórmula escogida por los investigadores sería multiplicar por $1,9 cada gramo de azúcar que contenga un alimento, por $31 cada gramo de grasa y por $23 cada gramo de sodio, y al total agregarle el IVA. Esto dejaría por ejemplo el paquete de un kilo de vienesas en los $10 mil, pese a que actualmente sale cerca de $2 mil en promedio. En tanto, la mayonesa de 800 gramos pasaría de los $1.800 a los $4 mil.
La noticia fue prácticamente un balde de agua fría para los amantes de los completos, pese a que es solamente una idea en el marco de los resultados del estudio de Evaluación y Aplicación de Impuestos a los Alimentos con Nutrientes Dañinos para la Salud en Chile.
«Deberían bajar los precios de los alimentos sanos ya que no son nada baratos y como la comida chatarra es más económica obvio que vas a preferir comer un completito», fue otro de los comentarios dejados en la publicación.
Sin embargo, un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) echaría abajo parte de esa hipótesis, ya que asegura que un alza a los alimentos más dañinos para las personas, centrándose principalmente en las bebidas azucaradas y el alcohol (además del tabaco) beneficiaría principalmente a la población de escasos recursos.
«El argumento habitual ha sido que la gente más pobre dedica una mayor parte de sus ingresos a comprar estos productos, lo que es cierto, pero hasta ahora el debate se había quedado ahí», sostuvo al respecto la coordinadora del grupo de trabajo sobre enfermedades crónicas de la revista médica The Lancet, Rachel Nugent.
En la publicación se muestran cinco estudios diferentes sobre esta misma temática, y de acuerdo al análisis más completo sobre este punto, «los pobres no son necesariamente los más afectados».
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El mencionado documento analiza encuestas nacionales sobre el consumo de tabaco, alcohol y bebidas azucaradas entre familias con diferentes niveles de renta en 13 países, incluyendo Chile, resaltando que «nuestros resultados muestran que los beneficios de los impuestos dependen del perfil del consumo en cada país, por lo que no se pueden hacer generalizaciones».
«También hemos observado que los más pobres no siempre son necesariamente los más afectados por estos impuestos y en muchos casos son los que más beneficios de salud obtienen al consumir menos estos productos y retrasar la aparición de enfermedades crónicas», agrega Nugent.
Según consigna El País, el estudio asegura que los menos beneficiados con estos impuestos es la población con mayor poder adquisitivo. Esto porque si bien económicamente golpea más a las personas con menos recursos, su salud mejorará ostensiblemente ya que al aumentar el valor de dichos productos, de inmediato dejarán de comprarlos.
«El trabajo concluye que los impuestos sobre el alcohol, las bebidas azucaradas y alimentos poco saludables repercuten sobre todo en los hogares más ricos, porque son estos los que registran un mayor consumo de estos productos», sostiene el medio.
Un ejemplo a esto es lo que ocurre en México. Allá se aprobó el 2014 un impuesto a las bebidas azucaradas debido a los altos índices de obesidad y diabetes. Luego de un año de la aplicación de estas alzas, se redujo su consumo un 12%, siendo la mayor caída en los sectores con menor dinero, ya que alcanzó un 17%. También esta medida llevó a que se comprará más agua embotellada en el país.
Uno de los coautores del trabajo y quien es parte de la escuela de negocios del Imperial College de Londres, Franco Sassi, aseguró que tanto el documento en el que él participó junto a los otros estudios «desbancan el mito de que los impuestos impactan más a los pobres, ese es un mensaje equivocado para los políticos».
Por último, los estudios también destacan que las enfermedades crónicas también golpean más fuerte a las personas con más escasos recursos, por lo que los mencionados impuestos ayudarían a disminuir las posibilidades de este tipo de padecimientos.
«Cada año, 100 millones de personas caen en la pobreza extrema debido a que tienen que sufragar de su bolsillo tratamientos médicos, y los costes relacionados con las dolencias crónicas suponen una parte muy grande de este escándalo global», concluyó el director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus.