¿Extrañas a tus amigos? ¿A tu familia? ¿Alguna vez soñaste con que ellos compraran una casa al lado de la tuya? Pues al parecer la tendencia del «cohousing» podría instalarse tras la pandemia. Este concepto se originó en Dinamarca en la década de 1970, con el proyecto Sættedammen. Era una comunidad creada ante el descontento en la sociedad danesa por sus viviendas y donde 35 familias residían en viviendas privadas compartiendo espacios de vida y actividades como almuerzos, limpieza, talleres, fiestas y eventos.
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Luego fue extendiéndose a otros países nórdicos y, posteriormente, a Estados Unidos. “Las primeras experiencias de este formato fueron los cohousing o residencias para personas autovalentes de la tercera edad, como una solución colaborativa para que las personas jubiladas pudieran disfrutar más su pensión y al mismo tiempo, no estar solas”, comenta Guillermo Elgueta, gerente general de Astudent especialista en la materia.
El concepto danés puede aplicarse en tres modos: residencia o casa donde estudiantes o personas mayores tienen cada uno su pieza y baño (similar a una pensión), edificio donde cada grupo tiene su mini departamento (pero la cocina y todos los espacios comunes son externos) o villa con casas donde hay amplias instalaciones comunitarias para compartir y que un día a la semana se comparte con toda la comunidad (ejemplo: asado del domingo en un quincho grupal). Al compartir esos espacios, y sacarlos del plano individual por vivienda, los costos se reducen.
Modelo para estudiantes: por ahora
Y es que Astudent trajo este modelo, pero pensado en estudiantes. Y así, dar una alternativa a los jóvenes para ir a estudiar a otra ciudad e independizarse del hogar familiar, sin asumir solos todo el gasto que involucra el arriendo de un departamento, los gastos comunes, las cuentas básicas, entre otros. Pero, ¿podría esto aplicarse a familias también? Al menos así nació en Dinamarca. La evolución del concepto considera viviendas de reducido tamaño (en el caso de estudiantes son habitaciones).
Pero todos los espacios que se pueden compartir como: cocina, espacio de eventos, espacio de juegos, sala de cine; son comunitarios. A diferencia de los «servicios extra» que muchos edificios pueden ofrecer hoy, en Dinamarca el cuidado, la decoración y el mantenimiento de dichas áreas también se deciden en comunidad.
De hecho, el servicio para estudiantes que llegó a Chile es bastante completo también. «El servicio incluye gastos comunes, luz, agua, Wi-Fi, estacionamiento de bicicletas, seguridad 24/7 y actividades comunitarias. Los espacios comunes de los edificios consideran salas de talleres, de cine, estudio privado, salas comunes, lockers, gimnasio y salón de eventos. Por otra parte, otros de los servicios que se ofrecen a la comunidad estudiantil es el acceso a cafetería, lavandería, aseo, impresiones, autos compartidos y excursiones”, explica el ejecutivo de Astudent.
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Altos costos de vivienda, abren nuevas posibilidades
“Los altos precios inmobiliarios, y un estilo de vida cada vez más independiente, están llevando a las personas a buscar soluciones habitacionales que satisfagan las necesidades propias de la etapa de vida en que se encuentren. Todo lo que está pasando va a acelerar en Chile el fenómeno conocido como fracking inmobiliario, que rompe los esquemas tradicionales del mercado, para luego volver a construirlos, uniendo las piezas en algo más productivo, mejorando el valor de los activos”, agregó Elgueta.
¿Cambiará nuestra forma de vivir? ¿Será este modelo comunitario el que sobresalga? Habrá que esperar un tiempo para ver los efectos de la pandemia en el mercado inmobiliario. Y también para ver como cambia nuestra vida cotidiana.