Gracias al Observatorio Alma, un equipo de astrónomos hizo un censo de los embriones estelares de la constelación de Tauro y reveló su estado de evolución. Este censo permite a los investigadores entender cómo y cuándo estos embriones se convierten en jóvenes estrellas dentro de su bolsa de gas.
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Asimismo, los científicos descubrieron un chorro bipolar de gas que podría ser la prueba del nacimiento de una estrella.
Las estrellas se forman a partir de la contracción gravitacional de nubes de gas. Los núcleos de estas nubes moleculares, donde el gas es más denso, son verdaderas incubadoras de estrellas, repartidas a lo largo de la Vía Láctea. La nube molecular de Tauro es una de esas incubadoras, y muchos telescopios ya la han observado. Esas observaciones habían revelado que algunos núcleos son embriones estelares, mientras que otros ya contienen una joven estrella.
El equipo de investigación encabezado por Kazuki Tokuda, astrónomo de la Universidad de la Prefectura de Osaka y del Observatorio Astronómico Nacional de Japón (NAOJ), aprovechó la capacidad de Ama para estudiar la estructura interna de los embriones estelares. Los astrónomos observaron 32 núcleos sin estrellas y 9 núcleos con protoestrellas, y detectaron ondas de radio en los nueve núcleos habitados, pero solo 12 de los otros 32 núcleos emitían señales. El equipo concluyó que estos 12 embriones ya desarrollaron estructuras internas y se encuentran más evolucionados que los 20 núcleos donde no se detectó actividad.
“De forma general, los interferómetros de radio con muchas antenas, como Alma, no son tan buenos para observar objetos sin estructuras como los embriones estelares”, explica Kazuki Tokuda. “Pero en nuestras observaciones usamos solo las antenas de 7 metros de Alma. Este conjunto más compacto nos permite estudiar objetos con estructuras lisas, y nos ha proporcionado información sobre la estructura interna de los embriones estelares, como esperábamos”.
Al aumentar el espacio entre las antenas de un radiointerferómetro se mejora la resolución, pero se vuelve más difícil detectar objetos extensos. Al contrario, los conjuntos compactos alcanzan resoluciones inferiores, pero permiten ver objetos más amplios. De ahí que el equipo haya usado el conjunto compacto de antenas de 7 metros de ALMA, conocido como Morita Array, en vez del conjunto más amplio de antenas de 12 metros.
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Así, los astrónomos descubrieron que había una diferencia entre ambos grupos en términos de densidad de gas en el centro de los densos núcleos. Cuando la densidad de estos núcleos alcanza cierto umbral, de aproximadamente un millón de moléculas de hidrógeno por centímetro cúbico, su gravedad convierte el embrión en una estrella.
Kengo Tachihara, profesor asociado de la Universidad de Nagoya, comenta el papel de los investigadores japoneses en el estudio. “Las estrellas recién nacidas y los embriones estelares de Tauro han sido estudiados por astrónomos japoneses desde la década de los noventa con el radiotelescopio de 4 m Nagoya y el radiotelescopio de 45 m Nobeyama. En tanto, el conjunto de 7 metros de ALMA fue desarrollado por Japón. Estos resultados son en parte el desenlace de todo ese trabajo”.
“Hemos logrado ilustrar la evolución de los embriones estelares hasta su nacimiento, y ahora hemos consagrado el método de investigación”, resume Kazuki Tokuda. “Este es un paso importante para entender a cabalidad los procesos de formación estelar”.