“¿Nos tomamos un cafecito?”. Debe ser una de las frase más usadas en nuestro vivir cotidiano. Y hay muchas razones para tener como compañera de charla una humeante taza de un buen café. ¿Sabía usted que Chile es el tercer consumidor de este brebaje en Latinoamérica, detrás de Brasil y Colombia, dos países productores de café? ¿Sabía también que son innumerables las variedades de café en el mundo, muchas de ellas desconocidas para los chilenos? Y, claro, no todas se pueden producir en cualquier lugar. De hecho, en Colombia sólo se cultiva el café llamado arábigo.
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Y así como el tipo de café representa a un lugar determinado del planeta, también los cafeteros se diferencian entre sí, ya sea por su técnica o por la variedad que producen.
Gabriel Jaime Vásquez Guerrero es uno de ellos. Nacido en Ciudad Bolívar, Antioquia, este cafetero colombiano de 59 años ha vivido toda su existencia en los cafetales. Tenía sólo siete años cuando su familia, propietaria de la finca La Arboleda, le entregó dos hectáreas para que cultivara su propio café. Pero no sería una tarea fácil, el cafetal precisa cuidado, perseverancia, dedicación, sacrificio.
“Yo llegaba de estudiar y en las noches de luna llena trabajaba con la luna sembrando café”, señala, rememorando sus inicios. “Después hubo una bonanza cafetera en el año 1978 y yo en esa época ya tenía plena producción de mi café”.
“Pensar en el café es pensar en la historia de mi vida y la de toda mi familia. Mi sueño era ver esos arbustos crecer”, sostiene con un dejo de nostalgia. “Por eso doy gracias, porque realmente trabajar y cuidar la tierra, cuidar el planeta, cuidar a las familias, ha sido para mí una de las mayores fuentes de alegría”.
Pero qué fue lo que lo motivó a dedicarse al cultivo del café, más allá de la tradición familiar. “Fue mantener justamente una gran tradición, cultivando nuestro campo y manteniendo las fuentes de empleo para muchas familias que viven de este trabajo y con la convicción de sostener el legado en varias generaciones más, aportando nuevas oportunidades y experiencias de lo natural y del origen de nuestra madre Tierra”.
“Dentro de los cafetales también se puede cultivar plátanos, yuca, frutales, aguacates… Esto conlleva a que las familias cafeteras se vuelvan muy autosostenibles en la producción de sus propios alimentos. Se puede introducir a todo el núcleo familiar en dichas labores, generando un trabajo en equipo que mejora la calidad de vida para todo el entorno”.
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Pero, más allá de sus experiencias, hay algunas personas que, aparte de su fama como productor de café, por su historia como cafetero, por la trascendencia de su nombre en el mundo del café, se destacan por su aporte innegable a la salud del planeta, por su contribución a la mejoría del medio ambiente, por su lucha contra el cambio climático, por su defensa de la flora y la fauna.
Eso, para Gabriel Vásquez es una filosofía de vida.
“Para mi familia y para mí, siempre ha sido importante velar por el cuidado de las especies, porque son ellas quienes llenan de vida estos territorios. Por eso, junto a otros caficultores comprometidos con el medio ambiente, hemos velado por mantener cultivos conscientes para devolverle el favor a la tierra que nos da de comer”, señala. Y agrega que “existen muchas especies en peligro de extinción y es por eso que nosotros nos preocupamos y ocupamos de ello. En nuestras fincas tenemos diferentes tipos de flora y fauna, protegidas”.
“Por eso, mi mayor contribución es seguir manteniendo la producción natural de café, sin afectar los ecosistemas e ir en contra de la conservación de las reservas ecológicas que hay en nuestras fincas cafeteras”, explica sobre su rol personal en la lucha a favor del medio ambiente.
En lo práctico, cuenta que contribuye “financiando la corporación ambiental de amigos de La Arboleda, Coamar, que educa a los niños de las escuelas rurales del municipio de Ciudad Bolívar sobre varios temas ambientales, como la siembra de árboles nativos para que la producción de café sea más armoniosa con la naturaleza, y el cuidado de los recursos hídricos, no contaminándolos con ningún tipo de residuo orgánico o inorgánico”.
Y sentencia: “Cuidar nuestro planeta es cuidar de nosotros mismos”.
El café que produce Gabriel Vásquez ya está presente en nuestro país. Y él lo explica diciendo que “lo primero que detecté en el mercado chileno es que no tenían conocimiento de las calidades y variedades de café, por lo que consumían sólo el café robusta, de calidades muy bajas. Nosotros los colombianos producimos arábigos manualmente y con procesos muy naturales, como secado al sol y lavado en aguas de fuentes naturales, sin cloro y otros elementos químicos. Todos estos procesos naturales crean un alto valor en su calidad. Los colombianos disfrutamos del mejor vino del mundo, el chileno, por eso los chilenos tienen derecho a disfrutar del mejor café del mundo, el de sus hermanos de Colombia”.