Por Juan Ignacio Gardella
Cerca de 60 personas -en su mayoría niños- se reunieron en el gimnasio del estadio Manquehue para ver la final de salto de la gimnasia artística de Londres 2012, en la que Tomás González finalizó cuarto.
Gritos de apoyo, aplausos ante cada aparición del chileno en televisión y hasta un bigote postizo aparecieron en el recinto donde Tomato dio sus primeros pasos como deportista.
A pesar de la destacada performance del nacional, la pena se tomó el lugar luego de conocerse los resultados finales. Era obvio: todos esperaban una medalla.
De todas formas, el orgullo se mantuvo intacto. El mayor triunfo del mejor gimnasta chileno de todos los tiempos fue el haber dado a conocer su disciplina a los más chicos. Más de alguno querrá seguir sus pasos…