El Gráfico Chile

Lo que hacemos nosotros

¿Cuántos de los chilenos que estuvieron en Londres, sin importar su resultado, son capaces de rendir en el futuro?

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La fantástica Sanya Richards-Ross, jamaicana, nacionalizada estadounidense, ganadora del oro en los 400 metros planos y en la 4×400 en Londres 2012, compitió por primera vez en unos Juegos Olímpicos en Atenas 2004, hace ocho años. Fue sexta. Dos puestos más abajo que Tomás González. ¿Sabe cuántos tildaron su rendimiento como un fracaso? Nadie, ni una sola persona. ¿La sacaron del relevo que después ganó el oro? Por supuesto que no. Cuatro años después en Beijing, fue bronce, y esa vez fue ella, ya como campeona mundial,  la que se decepcionó a sí misma, aunque nadie se atrevió a levantar un dedo para criticarla. Por eso ahora, con otros cuatro años encima, celebró su oro como si hubiera llegado a la luna. Tres Juegos Olímpicos se demoró para lograr lo que quería.

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Olga Rypakova, saltadora de triple de Kazajistán, quedó cuarta en Beijing 2008.  ¿Sabe cuántos le dijeron que mejor se retirara, si total no le había alcanzado para la medalla? Nadie, ni una sola persona. En Londres 2012, ganó el oro. Por si fuera poco, declaró que cuando era chica, siempre pensó que era imposible ganar una medalla en los Juegos Olímpicos y que su sueño jamás se haría realidad. Pero que su cuarto lugar en Beijing, al darse cuenta que podía competir de igual a igual, le había indicado lo contrario.

Usain Bolt. Pocos saben que las lesiones lo tenían liquidado en el 2004. Que salió eliminado en las series de 200 de los Juegos de Atenas y que  al año siguiente fue último en la final del mundial. Pero lejos de retirarlo, le metieron más recursos, le arreglaron la escoliosis y lo pusieron donde está.

¿Que hacemos nosotros? Cuando un deportista no anda bien le echamos la culpa a la falta de recursos -una hoguera que ellos mismos, tengan o no plata, se encargan de atizar- y los jubilamos sin mediar análisis más que la medalla que no llegó. Sentencia que es válida para algunos, no así para todos.

Por eso el trabajo ahora es  crucial. ¿Cuántos de los chilenos que estuvieron en Londres, sin importar su resultado, son capaces de rendir en el futuro? ¿Dónde se siguen metiendo recursos, y con quiénes hay que ser honestos y decirles que jamás llegarán? Los análisis que vengan ahora tienen que ver con las reales capacidades de los deportistas, porque muchas de las frustraciones del público tuvieron que ver con que efectivamente hay un grupo de olímpicos que no tenía nivel para competir. Y que ya no lo tuvo. Algunos de ellos llevan cuatro Juegos Olímpicos obteniendo el mismo magro resultado. No se puede entonces repartir la torta en pedazos iguales, porque para eso hay metodólogos y estudios que indican que, a pesar que todos logran su clasificación, no todos tienen el mismo nivel. Alguna solución habrá que encontrar para desenrollar la madeja de inyectar plata en aquellos que, por mucho que hayan logrado llegar, no podrán, por capacidad, pelear jamás una final.

Cada deportista que fue a Londres será analizado, sus resultados, su futuro, quiénes vienen detrás de ellos. Este fue el primer ciclo olímpico donde se probó un plan que empezó a ver algo de luz hace siete años. Por eso, considerando los tiempos de los deportistas, y si se destina el grueso de los recursos a ellos, a los que sí pueden pararse en los Juegos con aptitudes competitivas, es de imaginarse que aquellos que ahora son cuartos, séptimos o novenos, estarán para pelear en serio en Río 2016.

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