No es fácil la transición de niño a hombre. Se trata de un período fértil en cambios físicos, mentales y de comportamiento. Una etapa en que las estructuras bases se modifican y acomodan en busca de la maduración, el crecimiento y el desarrollo mental y físico de los individuos.
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Son años en los que el niño-joven sufre trastornos internos y externos que van condicionando su relación con el entorno y la visión que los demás tienen de él. Tiempos difíciles, de rebeldía e incomprensión ante el mundo. Es la pubertad o edad del pavo como se le denomina coloquialmente. Se trata de ese período en el que nada parece cuajar con naturalidad. Todo se complica en el día a día del menor que empieza a caminar a pasos agigantados hacia la adultez.
El físico muchas veces no se condice con el comportamiento. El cuerpo se desarrolla con una aceleración mucho más rápida que la del crecimiento intelectual y afectivo. Las hormonas explotan por todas partes y las sensibilidades están a flor de piel. Nos sentimos el centro del mundo. Una espinilla de más desencadena una depresión y creemos que todos quienes nos rodean no entienden ni saben nada.
Síntomas como los descritos son los que está viviendo en su complicado presente en el Barcelona nuestro Niño Maravilla, Alexis Sánchez. Al tocopillano le llueven las críticas en el inicio de su segunda temporada con la camiseta blaugrana. La prensa deportiva española ha evaluado negativamente sus presentaciones en las primeras tres fechas de la Liga y en los dos duelos ante el Real Madrid por la Supercopa española. A pesar de la confirmación en la titularidad que ha recibido de parte del técnico Tito Vilanova, Sánchez no termina de convencer y tras los primeros partidos de la temporada queda la sensación de que el chileno tiene todas las condiciones para consolidarse, pero no logra explotar, no se transforma en indiscutido del once estelar.
¿Qué es lo que pasa con Sánchez? Simple, está en la pubertad de su paso por el fútbol europeo. Está viviendo la difícil transición que transforma a un futbolista de extraordinaria proyección en uno consolidado. Es la etapa en la que ya no basta con chispazos de talento o algunos partidos en gran nivel; lo que le pide el medio, en especial cuando se pagaron más de 40 millones de euros por su pase hace un año, es que semana a semana sea el crack que necesita su equipo para mantenerse en la cima del mundo futbolístico.
El primer año en Barcelona Sánchez confirmó que el Niño Maravilla tenía las condiciones para ser un aporte en el cuadro de Pep Guardiola. Ahora, en su segunda temporada en Catalunya, el admirador del Matador Salas debe demostrar que está preparado para dar el salto a la madurez futbolística en la estrategia de Vilanova. Hablo del salto que permite transformarse en uno de los hombres grandes del plantel, aquellos que se echan el equipo al hombro y que aparecen en los momentos difíciles.
Sin embargo, el paso no es sencillo, ni siquiera para alguien con el talento y la extraordinaria condición física de Sánchez quien, tal como le ocurre a todos los niños en la pubertad, también está sufriendo con la edad del pavo, pero futbolística.
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Rebelde, como todo adolescente, Sánchez parece sentir que el entorno está por completo en contra él: la prensa lo critica, los árbitros no le creen y sus compañeros parecen ignorarlo en desmedro del “dueño de la pelota” en el equipo, el todopoderoso Messi. Y como buen adolescente Alexis parece no querer escuchar los consejos de quienes lo rodean: “no abuses del piscinazo”, “corre menos pero mejor”, “encara a tu marcador”, “driblea cerca del área, no en la mitad de la cancha”, “basta de pichanguear”, etc., etc. Frases que parecen lógicas, pero difíciles de asimilar por alguien encerrado en la prisión de la edad del pavo y en el personaje de la promesa eterna, aquella de un niño maravilla.
A cuatro meses de cumplir 24 años depende de Sánchez dar el salto de niño a hombre. Ya no le sirve el mote de Niño Maravilla, necesita transformarse en un adulto hecho y derecho adentro de la cancha. Eso es lo que le pide el medio en Barcelona. Eso es lo que le pedimos nosotros en la Selección. Basta de chispazos de talento, arrebatos de carácter o esporádicas apariciones. Llegó el momento de la continuidad en el rendimiento, la solidez en los conceptos y la regularidad en el tiempo. Es la hora de abandonar al Niño Maravilla. Debe aparecer el adulto, el futbolista maduro, la maravilla de jugador.
¿QUÉ HACEMOS CON VIDAL?
Borghi ya anunció que ante las ausencias y problemas defensivos de la Roja utilizará a Arturo Vidal como último hombre frente a Colombia. Ayer, en su arribo al país, el crack de la Juventus le mandó a decir al técnico que él era volante y no defensa y que si lo querían utilizar como líbero “vamos a tener que conversar”.
¿Otro lío en el camarín de Pinto Durán? Para nada. Lo más probable es que el juventino acatará los deseos del Bichi y terminará dirigiendo la retaguardia nacional con Marcos González y Gonzalo Jara unos metros más adelante.
Otra opción es que entre talla y talla (difícil imaginarse un diálogo serio entre dos personajes como Borghi y Vidal) el campeón del Calcio termine convenciendo al estratega de utilizarlo donde a él le gusta y brilla en Italia: en el mediocampo. En ese caso lo lógico sería ubicarlo junto a Marcelo Díaz en la contención y retrasar a Gary Medel a la función de stopper, dejando a Marcos González en su habitual rol de líbero. Difícil tanto cambio…
Vidal también podría jugar, y rendir, como carrilero por la derecha ante la falta de continuidad de Mauricio Isla y el escaso “carrete” internacional de Luis Pedro Figueroa. Ahí, pegado a la banda, tendría libertad para llegar arriba y utilizaría su exuberancia física para colaborar como un lateral atrás.
Son todas opciones. Celia Punk tiene talento de sobra para rendir donde lo pongan.