Adiós a Palitroque

Una de las gratificaciones de la profesión de periodista es que le permite a uno conocer a personas a las que ha admirado en una cancha de fútbol.

El lunes pasado me llamó por teléfono Arturo Rodenak, desde Talca. Me agradeció dos veces –antes ya lo había hecho–la nota de mayo en la revista El Gráfico (en la sección Loco lindo). Le comenté a mi pareja: “¡Se está despidiendo!”. Lo mismo le dije ese día a Juan Cristóbal Guarello. La noche del miércoles el profesor Juan Carlos Guzmán, un amigo talquino, me informó de la muerte de Palitroque…

Una de las gratificaciones de la profesión de periodista es que le permite a uno conocer a personas a las que ha admirado en una cancha de fútbol. En 1988 reuní para la revista Triunfo a los gigantes de Talca, los arqueros argentinos nacionalizados de Rangers, Arturo Rodenak y Walter Behrends. En 1998, 10 años después, volví a entrevistarlos juntos, ahora para la revista Don Balón.

Las dos reuniones estuvieron llenas de recuerdos y anécdotas. No podía ser de otro modo con semejantes personajes. En la primera nota, el tema de la edad provocó el primer conflicto jocoso: “Tenemos los mismos años y somos del mismo barrio”, anunció Behrends y enseñó su cédula de identidad donde rezaba: Walter Carlos Behrends Danovara, nació el 24 de septiembre de 1929.
Rodenak exclamó: “Él se tiró al agua solo. Yo soy menor dos años” y sacó su documentación: Arturo Emilio Rodenak Karaba. Fecha de nacimiento: 13 de abril de 1931.

“¡Qué venís a lesear! –lo insultó Behrends–. Tenés los papeles arreglados, si vos sos de octubre y te llevo 20 días… ¿Qué tontería es esa de que naciste en abril?”.

“¿Le creés a la libreta de enrolamiento? –se defendió Rodenak–. Te la muestro en mi casa”. Después, relajado, Rodenak confesó: “Cuando jugué en Bolivia, en el Oriente Petrolero de Cochabamba, cierta vez se me acercó el presidente del club con una revista en la mano y me preguntó: ‘¿A qué edad debutó usted en Primera División?’. Le respondí que a los 16 años. El presi continuó: ‘Eso entendía yo, pero aquí en Mundo Deportivo aparece el pibe Rodenak; según la fecha y la edad que usted dice, tendría que haber debutado a los seis años… ¿Qué vamos a hacer?’ Yo le pedí: ¡regáleme la revista…!”.

“Ya sé –intervino Behrends que no se había rendido–. Cambiaste la foto de tu hermano, él es de 1931”.

Uno de los chascarros inolvidables de Rodenak tenía que ver con Honorino Landa, de Unión Española: “Una vez en el estadio Santa Laura, el Nino me quitó la gorra, la escondió bajo la camiseta y tuve que correr para quitársela mientras el público se mataba de la risa. El árbitro era Mario Gasc. En otra ocasión, hizo lo mismo en el estadio Fiscal de Talca, lo perseguí hasta la mitad de la cancha y cuando lo alcancé, delante del juez Domingo Santos me preguntó: ‘¿Cuál jockey?’. Se lo sacó de entre el pantalón y me dijo: ‘Te lo regalo’. En 1987 viajé a Santiago a los funerales del Nino Landa y Alberto Fouillioux me gritó: ‘¿Viniste a buscar la gorra?’ Tiene humor negro el Tito, ¿eh?”.

Otra de Palitroque: “Después del 5-0 al Ballet Azul en el Estadio Nacional (agosto de 1963), una multitud nos esperaba en la estación de trenes de Talca. Levantaban a los jugadores y los llevaban hasta la plaza. Para evitar eso, salté un muro de metro y medio, pero al otro lado había dos metros de profundidad. Me  saqué la mugrienta, me hice una herida en la ceja izquierda, en la cabeza y quedé todo magullado. Tengo más huesos quebrados que un dinosaurio de museo…”.

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