Armstrong perdió los Tour de Francia que había ganado por dopaje. Crédito: EFE
Nueve ciclistas -además de Lance Armstrong- se subieron al podio del Tour de Francia entre 1999 y 2005, años en que el estadounidense ganó los títulos que luego le fueron despojados por dopaje. De ellos, sólo uno (Fernando Escartín, en la primera de esas versiones) no fue salpicado por escándalos relacionados al uso de sustancias prohibidas.
Ya sea por la Operación Puerto, caso Festina, caso Friburgo o dopaje individual, ocho corredores se vieron manchados, por lo que la Unión Ciclista Internacional (UCI) decidió dejar sin ganadores esas ediciones.
A los casos anteriores se les pueden sumar varios más. Entre los más conocidos, los de Floyd Landis y Alberto Contador, ganadores de la Grande Boucle el 2006 y el 2010 y luego descalificados por testosterona y clembuterol, respectivamente, y el de Marco Pantani, quien era líder del Giro de Italia cuando fue excluido porque se le encontraron altos niveles de hematrocito en su sangre.
Lo dicho hasta el momento abre el debate: ¿Por qué hay tanto dopaje en esta actividad? Para Bernardo Chernilo, miembro de la comisión médica de la Organización Deportiva Panamericana (Odepa), son tres los motivos: “Primero, porque en el ciclismo se estudia mucho más el tema que en otros deportes. Segundo, porque los controles se iniciaron antes. Y tercero, porque es un deporte de tremendo esfuerzo”.
A continuación explica esto último: “El ciclismo involucra todos los aspectos de la actividad deportiva en cuanto a requerimiento físico. Las pruebas de ruta, que son de larga duración, son completamente aeróbicas, por lo que el tipo de dopaje es uno. Pero también están las competencias de velocidad en pista, que corresponden al segmento anaeróbico y que necesitan otra clase de estimulante”.
Gonzalo Garrido, vencedor de la Vuelta de Chile 2011 tras la descalificación de Marco Arriagada por consumo de estanozolol, defiende su disciplina, pues considera que la imagen manchada que tiene se debe a un engaño: “Es una falacia. Así se le llama a la construcción de una realidad en base a una mentira. Lo que pasa es que en otros deportes están liberadas un montón de sustancias que los ciclistas ni siquiera podemos mirar. El ciclismo está estigmatizado”.
El penquista expone un par de ejemplos: “Agassi admitió en su libro que a él no le hacían controles y que tomaba anfetaminas. Y qué me dices de Messi, que mide lo que mide y tiene el cuerpo que tiene gracias a la hormona del crecimiento. ¡Y él lo reconoce públicamente! Si a mí se me ocurre decir algo así, me quitan hasta los títulos de infantiles”.
“NO SE VA A ERRADICAR NUNCA”
Para Garrido, el escenario no va a cambiar hasta que los ciclistas cambien su actitud pasiva. “Los primeros estúpidos somos nosotros, que aceptamos que nos traten como nos tratan”, sostiene quien representara al país en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y Londres 2012. Para ello, aboga por un reglamento más equitativo para las distintas actividades: “Un futbolista puede jugar infiltrado, con corticoides y con prescripción médica, y no da positivo. Un ciclista sí. Es más, el ciclista da positivo simplemente por portar una jeringa”.
Chernilo tiene una visión pesimista, basado en la evidencia empírica que arroja la historia. “En épocas remotas, cuando se vivía de la caza o de las alimentos del mar, los más rápidos tenían más comida. Para eso, tomaban café y fumaban tabaco, así tenían estimulación extra. Lo mismo pasa hoy con las altas gerencias, que trabajan 25 horas diarias. Como eso no se puede hacer en condiciones normales, consumen cosas que les ayuden. El ciclismo, y el deporte en general, es un caso más”, explica el experto de dopaje.
Finalmente, el médico entrega su duro diagnóstico: “El hecho de doparse no viene con el deporte, viene inherente al hombre en el deseo de obtener cosas. Por eso, la educación es clave, pero mientras el ser humano sea ser humano, no se va a poder erradicar nunca”.