
A la espera del partido del domingo con Uruguay, esta selección sub 20 no sólo destaca por su campaña invicta en la primera fase y por mantener intacta la opción del título y/o clasificar al Mundial de Turquía. Indudablemente, ver jugar a estos muchachos es también ponerse al día en las nuevas tendencias en materia de peinados y cortes de pelo.
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Tras la derrota ante Paraguay, un amigo tuiteó: “Palumbo 1- Paraguay 3”. Su broma fue replicada por Lun y en realidad no es una mala idea que la foto de este equipo sirva de catálogo a cualquier peluquería de moda. A juzgar por los diseños, hoy parece que el estilista es tan importante como el preparador físico o el kinesiólogo. Mientras jueguen bien y ganen, la verdad es que a mí lo que los futbolistas hagan con sus mechas me da lo mismo. Passarella fue el que le dio a este tema más importancia de la que realmente tiene cuando se hizo cargo de la selección argentina y le declaró la guerra a los melenudos.
Pero la moda en el fútbol es un tema más antiguo de lo que se cree porque, aunque sea difícil de comparar con lo que pasa hoy, la exposición mediática del jugador siempre existió. Revisando viejas portadas de la revista Estadio uno se da cuenta que lo que se llevaba entonces era el pelo cortito, peinado a la gomina y en algunos casos un bigote fino. El Sapo Livingstone tenía estampa de galán de cine cuando atajaba y me parece que Braulio Musso, el gran capitán del Ballet Azul, puede haber sido uno de los últimos en jugar bien engominado, hasta su retiro en 1968.
Aunque los más convencionales digan que esos sí eran peinados de hombre, el hecho de dedicar minutos a peinarse a la gomina en un camarín, poco antes de entrar a la cancha, no deja de revelar una preocupación por la imagen y es finalmente una propuesta estética equivalente a la de Melo y Castillo, con sus crestas o mohicanos. Se nota la influencia de Neymar, de Cristiano Ronaldo y también la de Beckham, que fue un precursor en estos asuntos del marketing e imponer el concepto de futbolista fashion. El inglés se terminó haciendo odioso. Por eso yo prefiero historias como las de Esteban Aránguiz, el volante de la U que a mediados de los 70 se fue a jugar un par de temporadas a Estados Unidos y que volvió con una cabellera mucho más clara y ondulada que intentaba dejar en el olvido esas mechas tiesas que tenía Torito antes de subirse al avión.
Por época y gustos me identifica el estilo setentero. George Best impuso una escuela. Los holandeses y alemanes comenzaron a dejarse el pelo un poco más largo y se impusieron las patillas gruesas. Elías Figueroa y Nacho Prieto aplicaron ese look. Dicen que en Chile el primero en sucumbir a la moda colérica fue el volante de la UC, Gustavo Laube, quien luego se casaría con la actriz española Victoria Abril. Después vino el Mundial de Argentina que fue para mí una revelación parecida a la de ver los grupos que Pirincho presentaba en el Midnight Special. Las chascas de Kempes, Tarantini y Luque no tenían nada que envidiarles a las melenas de esos rockeros. Por eso mi ídolo era Jorge Peredo, porque el futbolista chascón era el rebelde que uno admiraba en esa época en que la disciplina escolar nos obligaba a usar el pelo muy corto.
Los rulos del Pibe Valderrama y los de Caszely son icónicos. A otro símbolo de Colo Colo, como Marcelo Barticciotto lo recordamos chascón y también con el pelo corto. En ese equipo campeón de la Libertadores los melenudos eran Barti, Morón, Lizardo Garrido y el Coca Mendoza. Después, Margas se puso creativo cuando en el mundial de Francia tiñó su cabellera con los colores patrios y luego repitió la experiencia en Inglaterra para deleite de los hinchas del West Ham. A propósito de teñidos, siempre tuvimos curiosidad por saber qué marca de champú ocupaba el Rambo Ramírez, pero lo de teñirse, como lo hizo Margas, creo que lo había impuesto Maradona cuando se pintó un mechón amarillo al regresar a Boca. Otro discutible experimento fue el de Esteban Paredes, alias Visogol, cuando en sus días en Cobreloa sacó un corte que reproducía en su cabeza los cascos del balón de fútbol.
No tengo autoridad moral, ni estoy calificado para transformarme en censor de nadie, pero creo que las trencitas de Kalule Meléndez tampoco fueron una idea muy afortunada. En cosa de gustos… usted ya sabe cómo termina el refrán. Lo importante es que la Roja sub 20 clasifique al Mundial y que cada cual haga con sus pelos lo que se le plazca. Finalmente, lo que uno haga con su “pichanguera” es un asunto privado.