Columna de Guarello: Desde la caverna y algo menos

"En la dinámica idiota actual, todo se mira con el prisma del color de la camiseta", dice el director de El Gráfico Chile.

“¿Quién dejó de gritar el gol de Ahumada a la RDA o el de Millar a España por ser jugadores de Colo Colo?”, dice Guarello. / AFP

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Para gran parte de los hinchas, los que no son de la U, Jorge Sampaoli es un sospechoso. Claro, en la dinámica idiota actual, donde todo se mira con el prisma del color de la camiseta, el entrenador de la selección chilena es culpable de haber dirigido con éxito a Universidad de Chile.

De la misma manera Claudio Borghi era culpable de ganar cuatro títulos consecutivos en Colo Colo. Las malditas redes sociales, con su zalagarda y bochinche permanente, se encargan de meterle levadura a polémicas insulsas y no pocos colegas caen en el juego.

Lo palpé en el último Juventud de América. Si a Diego Rojas se le criticaba por perder un balón contra Paraguay, ahí salían los hinchas de Católica a lloriquear “bullying” y sandeces parecidas; si a Lichnovsky se le veía un atributo “parecido” a Elías Figueroa, no faltaban los fanáticos albos cacareando en contra de esa “madre que no le ha ganado a nadie”; si a Diego Rubio se le reconocía su espíritu de sacrificio y el juego colectivo, entonces el griterío venía de la fanaticada de la U que ladraba “porque están agrandando a esa zorra”.

La receta inequívoca es no darles bola a estos desaforados. Primero, porque está comprobado que los iracundos tienen un promedio de 14 años, escolares aburridos de vacaciones, y la capacidad de análisis de un buzón sin cartas. Segundo, y esto todavía no lo entienden algunos engrupidos, las redes sociales no son muestra de nada, no representan a nadie específico y son pocas las conclusiones sólidas que se pueden sacar de ellas. Y tercero, lo más importante, en el momento que un seudo hincha cree que la selección chilena es la prolongación de su compulsiva falta de identidad y que, con suerte, es un satélite artificial de su club, estamos para cerrar la tienda.

Lo triste es cómo se olvida que la selección juega con una camiseta roja, un pantalón azul y medias blancas. ¿Le suenan esos colores? ¿Se imaginan a los hinchas reclamando en contra de Leonel por “madre” en 1962? ¿O alguien cuestionando al Cóndor Rojas por “zorra”? ¿Quién dejó de gritar el gol de Ahumada a la RDA o el de Millar a España por ser jugadores de Colo Colo? Nadie se detuvo a pensar en el corazón azul de Salas luego de anotarle dos veces a Italia. No me imagino a un iracundo clavado en su asiento porque el tanto del triunfo contra Suiza lo hizo la “monja” Mark González.

Estamos a un mes de enfrentar dos partidos fundamentales en la carrera por clasificar al Mundial del 2014. No hay espacio para errores, pero tampoco para polémicas inútiles. A la cabeza del equipo está Jorge Sampaoli y hasta el momento, matices más o menos, el equipo muestra una impronta, una forma. Lo que se necesita es confiar en esa impronta y en esa forma, no andar preocupado de si Don Sampa es de la U o de Casilda, si Bravo es “zorra u indio”, si Medel toca el bombo en Los Cruzados. Cuando la camiseta roja entra a la cancha, no hay llorón ni acomplejado que valga…

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