Darío Franco no dio el ancho

"Nunca es fácil para un DT hacerse cargo de un equipo después de temporadas exitosas con otro técnico", dice el columnista de El Gráfico.

 

Darío Franco está en problemas en la U. / Agencia Uno.

Nunca es fácil para un entrenador hacerse cargo de un equipo después de temporadas exitosas con otro técnico. El peso de cargar la mochila de un antecesor ganador es muchas veces inmanejable, tal como lo comprobó en primera persona Claudio Borghi tras reemplazar a Marcelo Bielsa en la Selección. En otras oportunidades, la sombra del DT anterior se transforma en un fantasma que se aparece en forma molesta y permanente, como le ha ocurrido al desfile de entrenadores que ha pasado por Colo Colo después de la partida del propio Borghi. Mientras que en algunas circunstancias, el reemplazante hace olvidar rápidamente al antiguo estratega gracias a los logros que le permiten a su club, merced a la consecución de logros o la identificación de su propuesta con la hinchada y el plantel, sortear positivamente lo que en el deporte es uno de los anhelos más difíciles: la renovación en el éxito. Esta última experiencia feliz la vivió el Barcelona de Josep Guardiola tras reemplazar a Frank Rijkaard y a nivel local, en una medida mucho menor obviamente, la Universidad de Chile en los períodos que sucedieron a Sergio Markarián, Gerardo Pelusso y Jorge Sampaoli entre el 2009 y el 2012.

¿En cuál de esas tres categorías (“mochila”, “fantasma” o “renovación del éxito”) se enmarca el período de Darío Franco en la banca azul? En ninguna de las tres y hay razones para afirmarlo. Es verdad que para cualquiera que llegara a la banca azul la mochila de los éxitos de Sampaoli sería pesada, pero el hoy entrenador de la Roja no ganó nada con la U en su último semestre a cargo (segundo del 2012) y su salida era un secreto a voces debido al desgaste de su relación con la dirigencia, por lo que la parcialidad del club ya estaba preparada para el cambio de mano.
En cuanto al fantasma del casildense en el CDA, las mismas razones que explican la ausencia de la mochila permiten entender también la inexistencia del “espíritu” del ex entrenador universitario de manera amenazante, como sí ocurre con el del Bichi en el Monumental.

Y por último, lo más importante, Franco ha sido incapaz de liderar la renovación del éxito del equipo, demostrando una brújula técnica errante en los momentos más importantes de la temporada (los últimos duelos ante Olimpia y Deportivo Lara por la Copa Libertadores) y una indefinición enfermante en la construcción de un once base que le dé continuidad a su propuesta (veinte alineaciones distintas en igual número de partidos).

Por todo lo anterior, para ser francos, e independiente de que el entrenador pueda terminar ganando la Copa Chile y o el Torneo Nacional, el argentino no ha dado el ancho al mando de la U y su estilo, futbolístico y de manejo interno y externo, no tienen satisfechos ni a los dirigentes, ni a sus jugadores, tampoco al medio y menos a su hinchada. Por eso hoy, cuando los azules siguen en la pelea en dos de los tres torneos del primer semestre, se puede afirmar que el argentino no seguirá en el club más allá de junio. A Darío Franco, la plana mayor de Azul Azul, ya le puso lápida y el entrenador será reemplazado sí o sí al término de este semestre.
¿En qué falló Franco? ¿Por qué está echada su suerte?

En la interna, el plantel de jugadores simplemente ya no le cree. Los experimentos en las alineaciones (¡Cereceda de volante central ante Olimpia!), los constantes cambios en las oncenas titulares y la decisión de “botar” la chance matemática de clasificar en Venezuela a los octavos de final de la Copa, terminaron por dinamitar la credibilidad del entrenador y sus colaboradores en el camarín de la U. Y si hay una ley no escrita que siempre se cumple en el fútbol es aquella que afirma que cuando los jugadores ya no le creen al técnico, éste tiene sus días contados en la banca.

En la dirigencia el panorama no es mejor para Franco. José Yuraszeck ya asumió, entre sus colaboradores más cercanos, que se equivocaron en la elección del reemplazante de Sampaoli (tal como les ocurrió con José Basualdo cuando partió Markarián). La regencia de Azul Azul estima que al técnico le ha faltado categoría para dirigir a la U y aseguran que se trata de un entrenador limitado, reconociendo que era acertada la postura que adoptó el ex presidente Federico Valdés cuando se votó la contratación del entrenador (fue el único integrante del directorio que mostró su disconformidad con el elegido).

Y en la hinchada, quizá el estamento más importante del club por la tradicional fidelidad que ha mostrado con la institución en “las buenas y en las malas”, la sentencia es igual de negativa para el técnico: esta U no entusiasma, el volumen de juego del equipo no convence y el entrenador jamás logró llegar al corazón de la tribuna.

Ya está dicho: se acabó la aventura de Darío Franco en Universidad de Chile. El técnico no fue capaz de aprovechar la oportunidad que se le entregó (la oferta azul apareció como un boleto ganador de la lotería para su escuálido currículum como entrenador) y simplemente no estuvo a la altura.

Sólo hay que esperar cómo termina el semestre para los azules y por quién irán Yuraszeck y compañía. Ojalá se tomen en serio la elección, se metan la mano al bolsillo y traigan a un técnico que hace rato coquetea con Chile y sin dudas sería un gran aporte ¿Su nombre? Gerardo Martino. Él quiere y queda libre a mitad de año…

Tags

Lo Último


Te recomendamos