
Por Rafael Verdugo
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U desde el estadio: un título para que Franco respire
El ánimo en los azules venía arriba por el triunfo ante Colo Colo, pero sabían que contra Católica, uno de los punteros del torneo nacional, iba a ser un duelo completamente aparte.
La U ingresó al Germán Becker con la obligación de salir airoso para meterse nuevamente el otro semestre en el plano internacional y tratar de mejorar la mala imagen dejada en la reciente Libertadores. Todo comenzó de maravilla tras el tanto de Díaz a los 3′, pero Sosa decretaría la paridad a los 13′. Hasta los 28 minutos, cuando vino la correcta expulsión de Sepúlveda en los cruzados tras una patada en el rostro de Lorenzetti, fue un duelo parejo. De ahí en más fue otro encuentro. La U tuvo el total dominio del balón y la UC apuntó al contragolpe pese a que resistió de buena forma. Cuando todos pensaban que llegaban los penales y los cuestionamientos hacia Darío Franco volvían a hacerse presente, Juan Ignacio Duma otra vez se convirtió en el héroe de un clásico, aunque ahora tuvo como premio un título. “Estoy muy contento, igual que todos mis compañeros, por obtener el pase a la Sudamericana. Estoy viviendo un momento lindo y es un gran paso en mi carrera. Demostramos que estos partidos se ganan con huevos”, dijo el héroe tras el partido y se le abrió el apetito. “Estos partidos son un golpe anímico y ahora vamos por el campeonato”, finalizó el argentino.
“No volverán esos cruzados a tocar esa copa”, se escuchó fuerte en las celebraciones posteriores con la hinchada, que anecdóticamente tuvo a César Cortés y Paulo Garcés, dos ex franjeados, como maestros de orquesta del coro formado por los miles de hinchas azules que llegaron hasta la Novena Región.
Darío Franco respira y a la vuelta de la esquina está la UC en dos domingos más. En San Carlos de Apoquindo se podrá ver la revancha, esta vez para llegar con vida a la fecha final del Torneo de Transición.
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UC desde Temuco: golpe bajo pensando en el Transición
Por Demid Herrera
Los ojos llorosos con que la mayoría de los jugadores de la Universidad Católica abandonó el Germán Becker de Temuco fue sin dudas el mejor resumen de lo ocurrido en la final de la Copa Chile, que los cruzados entregaron en los descuentos del partido tras haber batallado casi una hora con un jugador menos.
Atrás quedó una final que en lo emocional fue un duro golpe para un equipo que se defendió bien, pero renunció a atacar apenas Gonzalo Sepúlveda fue expulsado, y que seguramente carcomió el espíritu de un equipo que no respondió nunca cuando su gente llenó los estadios en este semestre.
En lo efectivo la derrota fue dilapidar la opción de ir a la Copa Sudamericana y completar así un año sin competencia internacional, algo que sin dudas pondrá en tela de juicio la gestión de Cruzados Sadp y un cuerpo técnico que fracasó en uno de sus objetivos principales.
El partido en sí empezó con una UC que recibió el primer cachetazo a los tres minutos con el gol de Isaac Díaz, pero una buena jugada asociada trajo el gol de Sosa y la esperanza. Católica mostró sus mejores minutos y el palo le impidió a Meneses el 2-1, todo eso hasta el inexplicable patadón del Chepo.
Tras eso, Martín Lasarte renunció totalmente al triunfo y trató de mantener un 1-1 con los ingresos de Costa en el primer tiempo y Álvarez en el segundo, señales claras de que el empate parecía ser el mejor negocio, más allá de que se buscó el milagro con pelotazos al Nico Castillo, quien tuvo algunos minutos para naufragar en campo contrario.
El segundo tiempo fue una angustia para el hincha de la UC, que respiraba sólo con la solvencia defensiva, donde destacó Alfonso Parot, y una dosis de suerte en dos tiros en los palos que salvaron a Toselli, pero lo vieron indefenso cuando Juan Ignacio Duma puso el 2-1 y la debacle cruzada.
El principal problema de todas estas negativas es que el sábado este mismo equipo deberá ir a La Florida y ganar para seguir peleando el campeonato local, el único objetivo que le queda a un grupo que deberá sacar fuerzas desde el dolor si es que no quiere quedarse con las manos vacías.