Por Cristián Salas, enviado especial a Paraguay
Tomar desayuno con Larissa Riquelme es un sueño que debe tener al menos el 99% de los hombres en el mundo. Bueno, nos pueden tratar de privilegiados, pues ayer nos tomamos una rica leche con chocolate con la morenaza paraguaya en su mismísimo comedor, que tiene en el centro una botella de pisco sour chileno.
Son las 10am y nos dice que la despertamos más temprano de lo habitual, pero que está feliz de recibirnos. Hoy hará un alto en sus quehaceres para conversar de cómo le cambió la vida tras el Mundial de Sudáfrica y lo mucho que le apasiona el fútbol.
Su rutina diaria contempla gimnasio, masajes, ver televisión y disfrutar de su familia. En su casa de Villa Elisa, un poblado ubicado muy cerca de Asunción, vive con su padre Román, su madre Limpia y una tía. Su principal preocupación por estos días, más allá de los spots publicitarios que graba en diferentes países como Brasil y Argentina, es su perfume, que en noviembre sería lanzado al mercado.
Son los privilegios de su salto a la fama en Sudáfrica 2010, donde sus exuberantes fotos con el celular entremedio de los pechos, la hicieron popular en todo el mundo y le valieron el apodo de “La Novia del Mundial”. La vida le cambió en 180° grados. “Fue increíble porque el Mundial me abrió bastantes puertas en lo personal y en lo laboral. Recorrí países que en mi vida iba a conocer como Corea, China o Japón. Fue algo increíble, algo mágico”, confiesa la risueña Larissa.
“Se dio solo, si no no hubiese funcionado como resultó, fue algo espontáneo que se me ocurrió en el momento. Me puse el celular en los pechos porque hay chiquillos, como les dicen ustedes, que les gusta sacar cosas ajenas, así que lo encontré más seguro. Miré y disfruté del partido entre Italia y Paraguay sin pensar que al día siguiente mis fotos iban a recorrer el mundo”, agrega Lari.
Al salir a recorrer la noche de Asunción, uno se da cuenta que lo del celular en los pechos ya es una moda entre las féminas guaraníes y Larissa sólo atina a reírse: “Instauré una moda y no sólo en mi país. Me gusta porque ahora las mujeres saben que hay un lugar bien secreto que vibra, pero que nadie puede tocar, jajajá”.
Pero la escultural modelo paraguaya no llegó al Mundial por nada, pues confiesa que el fútbol es su “pasión”. De los tres años que va a la cancha a ver a Cerro Porteño y hasta jugó fútbol cuando chica, pero lo dejó porque lo encontró poco femenino para ella.
Hoy, como todos los paraguayos, está sufriendo por la Albirroja y no le tiene mucha fe a su equipo el viernes ante la Roja de Sampaoli. “Chile es un equipo muy fuerte, tiene muy buenos jugadores y están mejor que nosotros en la tabla, por lo mismo les pedimos una ayudita porque creo que irán igual al Mundial. Para nosotros, en cambio, es un partido definitivo”, opina. En todo caso si Paraguay no clasifica, ella igual irá a Brasil, pues está contratada como rostro de una bebida gaseosa.
Y si algo de confianza queda es porque en el plantel está su novio, Jonathan Fabbro, con quien ya lleva dos años de noviazgo. “Él me hinchó mucho y nunca lo miré. Al final nos conocimos, nos enamoramos y ahora estamos felices. A él le gusta mi trabajo y a mí el suyo, así es que estamos muy felices”, confiesa.
Antes de cerrar la conversación, Larissa manda un saludo para Chile. “Es un país que me gusta mucho, su gente es muy cálida. El único problema es el frío que hace. ¡Qué terrible!”