El Gráfico Chile

Pasión futbolera de un periodista político

El director de Radio Futuro habla de Lira Massi: El Hombre del Momento.

“Allá por 1943, éramos casi tantos chiquillos como perros. Por lo menos la mayoría de nosotros tenía el suyo. El mío se llamaba Pirincho, un quiltro con gustos de príncipe y facha de atorrante con la cola en ángulo recto porque se le quebró al ser alcanzado por un portazo que nos dolió a todos en la casa. (…). Ese año fue campeón de fútbol profesional el equipo de Unión Española y por consiguiente todos nos sentimos campeones, ya que nuestro sector jurisdiccional estaba comprendido entre Guanaco y la Plaza Chacabuco, Hipódromo Chile y Santa Laura…”.

La cita pertenece a Eugenio Lira Massi y revela que el fútbol también fue uno de los asuntos que ocupó a este célebre periodista vinculado con la política de los años sesenta y comienzos de los setenta. Popular, divertido, agudo y allendista, Lira Massi desarrolló su carrera en los diarios Clarín y Puro Chile, además de la radio y televisión donde obtuvo notoriedad con “La entrevista impertinente”.

Con este recuerdo de cuando tenía diez años, comienza “El Hombre del Momento”, libro que acaba de sacar a la venta Ediciones UDP con una antología de sus textos periodísticos y un relato autobiográfico que en la época se publicó por entregas bajo el título “Erase una vez”.

En octubre de 1969 Lira Massi escribiría que el periodismo es una de las profesiones más lindas que pueden existir. Para justificar su afirmación se apoyaba en dos grandes nombres ligados al deporte: Míster Huifa y Sergio Livingstone. “La primera vez que me acerqué a un diario fue para leer las ‘Charlas en out-side’ que firmaba Míster Huifa en Las Últimas Noticias. No me interesaba nada más (…). Todavía no me aprendía las tablas, y era un sacrificio enorme hacer una copia o estudiar la batalla de Rancagua, pero la columna de Míster Huifa no me la perdía jamás. ¡Qué manera de escribir, qué facilidad para contar cosas, para comentar partidos o las peleas del viernes! (…). Un día desapareció. No lo volví a leer. Después supe que anduvo por Perú y por España. Regresó hace poco y conseguí que me lo presentaran. Yo ya llevaba algunos años en esto y había hecho dos o tres cosas, y entonces don Renato González, Míster Huifa, me sale con el pastel de que era un admirador mío”.

Sobre el Sapo Livingstone recordara que era su ídolo de infancia y que en las pichangas del barrio intentaba con nulo éxito -porque tenía las mechas demasiado tiesas- dejarse el mismo rulo que caía sobre la frente del gran arquero. “Mi padre me llevaba a todos los partidos, y en el Sudamericano del 45, ese en que Chile fue tercero, pudiendo ser primero, en que le ganó a Uruguay y empató a uno con Argentina, viví una emoción demasiado grande para un mocoso de doce años. El Sapo era el héroe nacional y mi padre consiguió que se tomara una fotografía conmigo. Todavía la tengo, y en ella Livingstone me tiene abrazado por el cogote. Él no lo sabe, nunca se lo he contado, pese a que ahora somos amigos. Yo me río de él, le digo “viejo” y él me dice “flaco”. A veces me dan ganas que nos tomemos otra fotografía igual, para ver cómo han pasado los años, pero me da miedo de parecer más viejo que el Sapo”, cuenta Lira Massi.

No se confunda. El libro recopila el trabajo de un periodista político, hombre popular y ferviente defensor de Allende y el gobierno de la UP. Sus memorias personales conviven con un periodismo que se hacía desde la trinchera. Eran tiempos urgentes donde no había lugar para esa palabra que nos enseñaron en la escuela de Periodismo. “Siempre he sostenido que la objetividad y la imparcialidad son una mentira”, afirmaba este hombre que también fue un best seller de su época con los libros “La Cueva del Senado y los 45 senadores” y “La Cámara y los 147 a dieta”.

Lira Massi murió como vivió. Rápido y sin aviso. Tenía 40 años y su deceso se produjo durante su exilio en París, en 1975. La policía francesa determinó que la causa fue un derrame cerebral y descartó intervención de terceros o un suicidio.

En una crónica publicada en Clarín, a comienzos de 1970 a propósito de un hexagonal de verano, descargó toda su furia contra el Santos de Pelé: “Es una murga de viejos guatones que salen a la cancha por obligación con el exclusivo propósito de ganar dinero antes de retirarse a los cuarteles de invierno”. Había que ser Lira Massi para jubilar a Pelé meses antes del Mundial de México. Tenía algo de kamikaze y de romántico. En abril de 1972, ya advertía sobre la desaparición de las canchas de barrio en Conchalí y un día que no se sentía bien escribió: “Hoy palabra que me dan lo mismo Allende, la Unidad Popular, la campaña del terror, la invasión de Checoslovaquia, los tanques frente a La Moneda y la suerte de Colo Colo en el Metropolitano. Hay gente que pagaría porque le entregaran una columna donde escribir las cabezas de pescado que se le ocurran. Yo pagaría por no tener la obligación de escribir ésta”. Alguna vez, fue el hombre del momento. Eugenio Lira Massi. Recomendable lectura.

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