Había una vez un club popular

Cuesta entender la ineptitud de los accionistas mayoritarios. Ni de manera premeditada se puede hacer una gestión tan mala.

Por Juan Cristóbal Guarello

No viene al caso insistir en lo mal que juega Colo Colo. No es nuevo y tampoco se ve una solución a corto o mediano plazo. Esta formación, la que maneja Gustavo Benítez, puede elevar su rendimiento, trepar algunos lugares en la tabla y ganar unos cuantos partidos (por ahí hasta un clásico), pero nunca será un buen equipo, que haga el mínimo de justicia con la historia que cargan, como árboles gigantes, esos colores. La realidad es así: este Colo Colo es malo. Listo. Y “trabajando más en la semana”, como señaló Arturo Salah el domingo, no se arregla.

El tema es otro en este momento y apunta directamente a la administración de la concesionaria (esa palabra me suena a compraventa de autos cochambrosos). La pregunta viene de cajón ¿Para qué está Blanco & Negro? ¿Cuál es su objetivo final? ¿Qué quieren? Como Colo Colo ya no es un club social y deportivo, no tiene obligaciones con la comunidad y tampoco debe mantener ramas deportivas. Por lo tanto se ahorra esa labor y ese gasto. Es decir, tienen una tarea mucho más fácil que los dirigentes de hace una década, apenas parar un equipo de fútbol el fin de semana. Da lo mismo si representan o no al pueblo o si tienen un significado transversal y cultural. Eso está desechado en el momento en que se transforma en una sociedad anónima. Entonces volvemos al punto anterior: la tarea es parar once jugadores que el domingo puedan representar de manera digna a la institución.

Pero llevan cuatro años sin poder hacerlo. No hay caso. La crisis es, sin dudas, la peor de la historia. Se podrá alegar que en el momento de la quiebra Colo Colo estaba peor económicamente, acosado por deudas y con el agua cortada en los camarines. Tal vez, pero entonces había algo que hoy no se tiene: divisiones inferiores de nivel.

Es decir, el malhadado club tenía un patrimonio gigantesco en jugadores (ni hablar del estadio, la sede en Cienfuegos y el teatro Caupolicán). Y ese patrimonio fue uno de los sostenes del mejor momento de Blanco & Negro (Borghi). Cuando se acabó la usina, el tinglado se vino abajo sin remedio. Una vez liquidados los pases de Claudio Bravo, Matías Fernández, Arturo Vidal y Jorge Valdivia, por señalar los más destacados, y luego repartidas estas utilidades entre los accionistas, Colo Colo se fue quedando seco.

Tuvo liquidez por un par de años, la suficiente para remodelar el estadio Monumental a precios de Dubai (¿nueve millones de dólares por butacas y casetas?) y gastar fortunas en jugadores que, apenas se calzaron la tricota blanca, perdieron todas sus aptitudes hasta convertirse en meras comparsas.

Cuesta entender la ineptitud de los accionistas mayoritarios. Ni de manera premeditada se puede hacer una gestión tan mala. Esto agravado, como lo explicamos más arriba, cuando la única obligación es hacer un equipo competitivo. Desde el último título (Clausura 2009), Colo Colo no ha ganado un solo campeonato, disputado una sola final, ha tenido seis entrenadores y cuatro presidentes. No me doy el trabajo de contabilizar la cantidad de jugadores contratados y despedidos, ni tampoco la cantidad de dinero tirado a la basura en indemnizaciones. Al final la única gestión exitosa en la cual ha estado involucrado Blanco & Negro es en sacar a Harold Mayne-Nicholls de la ANFP.

Sintomático es que en el plantel del Mundial sub 20 de Turquía, Colo Colo aportara apenas con dos jugadores (Claudio Baeza y Álvaro Salazar), ninguno de ellos titular. El otro, Bryan Rabello, fue perdido por mala gestión de los dirigentes hace más de un año. Sintomático también es que desde el partido contra Venezuela en Puerto La Cruz cuando Claudio Borghi alineó a Pablo Contreras (junio del 2012), el club no tenga un jugador que arranque en la formación titular de la selección chilena. Es más, desde que llegó Jorge Sampaoli a la banca nacional ningún albo ha sido nominado para encuentros eliminatorios. Apenas José Pedro Fuenzalida y Carlos Muñoz, se asomaron en un par de amistosos. Y nadie puede alegar favoritismo o mala fe del entrenador ¿Quién está hoy en Colo Colo para aspirar un lugar en la banca de la Roja siquiera? Ninguno. Ni el más fanático de los hinchas, ni el más irracional de los seguidores tiene argumento alguno para contradecir esta realidad.

¿Qué hacer? No tengo respuestas y además no se las merecen. Seguir haciendo reuniones de gerentes, consultando libros de marketing o pagando charlas motivacionales no va a volver bueno a un equipo malo. Tampoco tengo ganas de hacerle asesorías gratis a Blanco & Negro. Ya han botando bastantes millones en consultoras, saltimbanquis vende humo y tarambanas milagreros. Sigan haciéndolo nomás. Total, la plata es de ustedes y la botan donde quieren. Apenas les puedo decir una cosa: ¿quisieron usufructuar de la historia deportiva y cultural de Colo Colo? ¿Quisieron colgarse de las copas, los títulos, la popularidad, la raigambre en el pueblo? Así les fue…

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