El Gráfico Chile

Entrevista con Mauricio Illesca: "El jugador-hincha es una especie en extinción"

Ex futbolista, ahora hincha a muerte de los azules, el Bototo estuvo lejos de indignarse o querer insultar a Nicolás Canales por firmar en Colo Colo.

Por Eduardo Bruna

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Fanático hincha de la “U”, Mauricio Illesca, estuvo lejos siquiera de rozar la indignación cuando se enteró, a través de la prensa, que Nicolás Canales había firmado contrato con Colo Colo, transformándose, de ese modo, en el último refuerzo albo para el Torneo de Apertura. No sólo eso. La noticia lo transportó hacia un ya lejano pasado y lo hizo recordar que él mismo, en 1995, había transitado por una instancia parecida. Sentado en un café de Las Tranqueras, cercano a Vitacura, el Bototo, sonríe inmerso en una inevitable nostalgia.

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“Lo del Nico Canales me transportó a un episodio de mi vida que, para mí al menos, estuvo muy lejos de ser traumático. Al contrario: recuerdo que cuando se dio la posibilidad de fichar en Colo Colo sentí la natural alegría de ser tomado en cuenta y el orgullo de militar en otro grande del fútbol nacional. ¿Te digo más? Cuando en la primera rueda a Colo Colo le toca recibir a la U, en el Monumental, durante toda esa semana fui una bestia entrenando y esforzándome en cada práctica. Soñaba con que Gustavo Benítez me considerara entre los once titulares, que le anotaba un gol a mi ex equipo y que me colgaba de la reja para celebrarlo”.

-¿Te fuiste dolido de la U, Mauricio?

“Tremendamente dolido. Siempre lo había dado todo por el equipo del cual había sido hincha desde chico, pero nunca encontré la oportunidad que busqué desde que llegué al club, con apenas 12 años. Me acuerdo que debuté a fines de 1989, frente a Sao Paulo. Los clubes grandes estaban enfrentados con la Asociación Central de Fútbol, antecesora de la Anfp, y decididos a crear una liga paralela si no se accedía a algunas de sus peticiones organizaron la llamada Copa de la Amistad. Entré en el segundo tiempo y me tocó ver en vivo y en directo lo extraordinarios que eran los brasileños y. en especial, Cafú. Me acuerdo que el Negro hacía lo que quería con la pelota, sacando de quicio al técnico, Telé Santana, que en portugués le exigía a los gritos mayor seriedad. Fueron tantas las jugadas de lujo que se mandó que le dije a un compañero: que el Negro y los demás sigan jugando para la chacota no más. Si se ponen a jugar en serio nos pintan la cara”.

-Pedro Morales te hace debutar oficialmente al año siguiente.

“Claro. Fue en una Copa Chile, frente a Soinca Bata. Si mal no recuerdo, ganamos por 2 a 1 con un gol mío, de cabeza. Quedé tan en las nubes que en el vestuario ni siquiera escuché que, pese a haber jugado, estaba entre los citados a entrenar el día siguiente. Ni te cuento el llamado de atención que me llevé cuando aparecí el martes, fresco como una lechuga. Pero no fue que me haya agrandado ni nada de eso. Me condoreé nomás…”.

-El 92 tú y el Polaco Goldberg se van a préstamo a Wanderers. Terminada la temporada, él sigue en el Puerto y tú retornas a la U.

“Es verdad, y la embarré. Con el Polaco anduvimos muy bien en Wanderers y los dirigentes querían que ambos siguiéramos. El, inteligentemente, decidió quedarse y eso le sirvió muchísimo para crecer futbolísticamente y madurar como jugador. Yo tenía tantas ganas de ser titular en la U, de lograr esos títulos que a nivel de cadetes ganábamos casi todos los años, que volví. El resultado fue que, salvo apariciones esporádicas, seguí calentando la banca. Me acuerdo que a mediados de 1993, incluso, vuelvo a irme a préstamo, esta vez a La Serena”.

-La llegada de Arturo Salah, en 1994, no significó para ti ningún cambio.

“Diría que para mí fue peor. Pronto me di cuenta que Salah era un entrenador muy conservador, no en el sentido de “ratón”, como lo han tildado muchas veces injustamente, sino en el sentido de que él sólo se juega por los más jóvenes si el equipo anda bien, de modo que sea capaz de proteger y cobijar al que viene desde abajo. Una postura por cierto muy atendible y respetable. Peor para mí, el Polaco había vuelto mucho más hecho como jugador y se había producido la explosión de Marcelo Salas, que desde su debut  se había mostrado como un monstruo. Por eso mismo, cuando ese año me llama O´Higgins, me fui a ojos cerrados y fue todo un acierto, porque llegamos a la final de la Copa Chile eliminando a la U empatando 3 a 3 en Rancagua, en el partido de ida, y ganando por 2 a 1 en el Estadio Nacional, en la vuelta. Perdimos la final sólo por penales, frente a Colo Colo. En el Torneo Nacional fuimos terceros. Es que teníamos un equipazo”.

-Cuando llega 1995, rompes tu vínculo con la U.

“Así fue. Salah había partido a México, al Monterrey, y en la banca quedó Jorge Socías. Al Lulo le cupo la satisfacción de haber logrado que la U fuera nuevamente campeón, después de 25 años. Es él quien me dice que yo no entro en sus planes. Para colmo, jugando por O´Higgins me lesiono de un tobillo. Salto a cabecear con Sergio Fabián Vásquez, de Universidad Católica, y al caer siento un dolor muy intenso. Estuve dos meses fuera y sólo volví a jugar los últimos partidos de la fase regular y la liguilla”.

-¿Cómo es que llegas a Colo Colo?

“Gustavo Benítez firma por Colo Colo y se lleva como ayudante de campo a Rogelio Delgado, recién retirado como jugador activo en la U. Ronald Fuentes es quien le recuerda al paragua que yo ya estoy recuperado y que soy jugador libre. La de veces que lo había enfrentado, en los partidos de entrenamiento de los jueves… Comienzan los contactos y hasta voy al Monumental una noche que Colo Colo enfrenta a Platense, partido considerado en el pago por el pase de Marcelo Espina. Fue muy gracioso, porque comienzo a entrenar y un día aparece el Guatón Vergara (Jorge) en la cancha, haciendo flamear el papel de mi contrato. Me agradó tanto apuro y tanto interés, pero le dije que la ceremonia de mi firma la dejáramos para una ocasión más seria y más formal”.

-Para ser de la U, en Colo Colo no lo pasaste nada de mal…

“Para nada. Todo lo contrario. La gente me recibió bien y en el plantel hice muchos y muy buenos amigos, que hasta hoy conservo. Siempre me llevé bien con Fernando Vergara, Hugo Rubio, Javier Margas, el Rambo Ramírez, en fin. Por eso te contaba que, cuando nos toca enfrentar a la U, me moría de ganas de jugar y de anotarle un gol”.

-¿Y de verdad lo habrías celebrado?

“¡Claro…! Si lo que te dije fue cierto. Me fui molesto de la U. Tremendamente dolido. Por eso esa tarde, que jugamos a estadio lleno, disfruté con todo desde la banca los dos goles de Marcelo Espina y el tercero, que anotó Fernando Vergara. Entré en los últimos minutos de ese 3 a 0, y aunque estuve cerca en dos oportunidades, no pude anotar el cuarto, el golcito con el que soñaba. De haberlo conseguido te prometo que habría corrido a colgarme de la reja para celebrarlo con la Garra Blanca”.

-A los hinchas azules no les va a gustar mucho saber esto.

“Seguro que no, pero es lo que yo sentía en ese momento. ¿Sabes qué pasa? Que con el avance del fútbol el jugador-hincha se fue muriendo, se fue convirtiendo en una especie en extinción. Y más ahora, con la implantación del sistema de Sociedades Anónimas. Imagínate que hasta Leonel, uno de los mayores símbolos de la U, en 1970 se va a Colo Colo y hasta le da para sumar otro título a su carrera. En esta profesión, soy un convencido, uno no puede sino ser sólo hincha del equipo que está defendiendo”.

-Por eso mismo lo de Canales no te provocó ningún resquemor.

“Para nada. Y tampoco que haya dicho que, a partir de ahora, él es un hincha más de Colo Colo. Porque fue lo que me pasó a mí. El caso de Nicolás Canales es tan similar al mío que, como te dije, me sentí viendo una película repetida. Los dos en la U nunca tuvimos las oportunidades con que seguro siempre soñamos y tuvimos que buscar en otros clubes las alegrías que allí jamás encontramos. El caso del Nico y yo es tan similar que hasta el técnico es el mismo: Gustavo Benítez. Yo, en este momento, sólo le puedo desear a Canales la mayor fortuna del mundo con la camiseta de Colo Colo”.

-Mauricio Pinilla no comparte tu opinión…

“El juega con eso… Supe que a través de twitter le pegó un palo…  A Mauricio le gusta hacerse notar y decirles a los hinchas azules “aquí estoy yo”. Lo digo en buena, sin nada de ironía ni de molestia. A mí Pinilla, con todas sus cosas, me cae muy bien. ¿Sabes por qué? Porque es hincha de la U, igual que yo. Porque te voy a decir que ahora, que veo el fútbol desde lejos, soy mucho más hincha azul de lo que lo fui cuando jugaba”.

-Me quedó dando vuelta eso de con todas sus cosas que dijiste de Pinilla.

“Ahhh…, porque para mí, el suyo es un caso notable de desenfoque y de enfoque. De lo que significa dilapidar durante años una carrera brillante y darse el tiempo para recapacitar, darse cuenta de que se la estaba farreando y enderezar el rumbo. Mauricio era a los 18 años todo un descubrimiento, un jugador destinado a ponerse la camiseta de cualquier grande del fútbol mundial y, sin embargo, mira todo el tiempo que estuvo dando botes. Con 28 años, una familia maravillosa y sus tremendas condiciones, parece sin embargo haber entendido que aún estaba a tiempo de ser el jugadorazo que siempre prometió ser”.

-¿Te fuiste conforme con lo que fue tu carrera, Mauricio?

“Conforme, de todas maneras. Pero no contento”.

-¿Podrías explicarte mejor?

“Quedé conforme porque alcancé todos esos sueños que uno tiene cuando es cabro y recién se inicia. Jugué por la U” y luego en Colo Colo. Rendí muy bien en cuadros como Wanderers, O´Higgins, Coquimbo y Audax Italiano. Estuve en Europa, actuando un semestre por Las Palmas, y terminé mi carrera en Colombia, defendiendo al Independiente Santa Fe. Fui seleccionado chileno Sub 20 y formé parte del plantel que logró la clasificación para el Mundial de Francia. Cuando aparecen fotos de la tarde de la celebración, frente a Bolivia, por ahí aparece el Bototo, abrazando a los titulares (ja, ja).  Igual me faltó. Haber sido titular indiscutido en la U, por ejemplo. Fue un sueño nunca logrado. Y nunca tuve tampoco la alegría de ser campeón, de saber lo que se siente dar una vuelta olímpica”.

-¿Y has buscado alguna explicación para eso?

“Antes, pero ya no. A lo mejor me faltó una cuota de talento. A lo mejor tuve la mala suerte de no haber estado en el equipo adecuado en el momento indicado. O tal vez porque, muy a mi pesar, siempre me tocó compartir planteles con tipos mejores que yo…”.

“El Mega me hizo pasar un muy mal rato”
-¿De dónde viene lo de Bototo, Mauricio?

“Del Barrabases de mi barrio, San Eugenio. Nací en Concepción, viví unos años en Antofagasta, pero sólo mi llegada a la capital despertó mi gusto por jugar fútbol. Me inscribí en ese equipo y, como en la historieta, era obligatorio tener un apodo. Como encontraron que yo le pegaba fuerte a la pelota, pensaron  que lo de Bototo calzaba justo”.

-¿Y cómo es que ese apodo te sigue a la U?

“Un amigo y yo, a instancias de mi padre, Mario, detective integrante de lo que es ahora la PDI, nos fuimos a probar a El Almendral. Unas canchas horribles de malas, en realidad. Mi viejo había sido siempre de la U y obviamente quiso que yo jugara por su equipo de siempre”.

-Está bien, pero no me digas que te preguntan el nombre y tú dices: me llamo Mauricio Illesca, pero me dicen Bototo…

“No, no, claro que así no fue (riendo)… Fue en pleno partido que mi amigo del Barrabases me grita “¡dámela, Bototo…!”. A todos les causó mucha gracia, por lo que, después de pasar la prueba y quedar, ya no me pude despegar más de ese apodo”.

-En ese momento jamás te imaginaste que, años después, un alcance de nombre e incluso de apodo, te iba a provocar un mal rato tan grande…

“No, por supuesto que no. Fue en 2011, ya retirado. En un programa del Mega sobre la labor de Carabineros en contra de la delincuencia pillan a un narcotraficante y lo nombran como Bototo Illesca. Yo no lo supe, porque justo esa noche estaba en otra, no para ver televisión. A mi viejo, un tipo absolutamente sano, le descubren cáncer al hígado y justo esa noche, cumpliéndose tres mese del diagnóstico,  muere. En medio de esa tristeza, inmerso en todos los trámites que siempre hay que hacer en estos casos, no tuve tiempo ni ganas de encender el televisor”.

-¿Y cómo te enteraste?

“Me llamó muy asustado y muy preocupado el Tincho Gálvez (Martín). Debe haber pensado: ¿en qué lío se metió mi compadre? Cuando me contó y tuve un tiempo de sosiego llamé al canal, pero nunca me contactaron con la persona responsable. Se fueron en puras excusas y malas explicaciones. Al final me aburrí de insistir. Decidí no darle más vueltas al tema, que obviamente nada tenía que ver conmigo. Igual pienso que fue una irresponsabilidad no aclarar nunca nada”.

Bototo: “Azul-Azul conmigo se ha portado pésimo”

Dice que, a través de su empresa, Futuro Azul, es quien más actividad futbolística realiza en el país a nivel de menores. Por lo pronto, aparte de su Escuela de Fútbol, hoy en etapa de reorganización, lleva a cabo tres grandes campeonatos durante el año. Cuenta Illesca:

“Organizo la Copa Coquimbo. Este año llevaremos a cabo, entre el 31 de octubre y el 3 de noviembre, la segunda versión, con competencias en tres categorías: Sub 12, Sub 14 y Sub 16. En igual fecha, pero en Santiago y con el apoyo de Universidad Católica, se juega la Santiago Kids, para niños de 8 a 10 años. Y finalmente, entre el 13 y el 18 de enero del año próximo, llevaremos a cabo la séptima edición de la Santiago Cup Inter, un torneo que también cuenta con el patrocinio de Universidad Católica y en el cual, como en años anteriores, está contemplada la participación de aproximadamente 100 equipos. Se juega en varias series, que van desde los 9 años hasta los 17”.

-¿Lo de Inter es por la participación de equipos extranjeros?

“Efectivamente. Para el próximo torneo tenemos ya inscritos equipos de Perú, Brasil, Colombia y Venezuela,  y hasta algunos de Sudáfrica. Como queda tiempo, esperamos que para este torneo, que se llevará a cabo como otras veces en las canchas de la Liga La Reina, ubicadas en Huechuraba, se inscriban aún muchos otros equipos foráneos. Para ello tenemos disponible la página www.santiagocup.cl”.

-Llama la atención que dos de estos torneos cuenten con el patrocinio de Universidad Católica. ¿Qué pasa con la U?

“Aunque resulte doloroso decirlo, siempre he tenido mejor acogida de parte de Universidad Católica y de Colo Colo que de parte de mi club. Tiempo atrás, incluso, personeros de Azul-Azul me amenazaron hasta con un juicio porque, según ellos, yo utilizaba signos de Universidad de Chile en forma in correcta y sin autorización en mi Escuela de Fútbol”.

-¿Y era cierto?

“Pasa que yo, como hincha azul, en el recinto donde hacía funcionar mi escuela de fútbol, vecino al Hospital Militar, como una forma de incentivar a los niños tenía el chuncho como emblema, pero no como publicidad engañosa, porque a los apoderados y padres de los niños siempre les dejé en claro que la escuela no era oficial de la U, ni significaba, tampoco, que los chicos mejor dotados iban a pasar a formar parte del club en un determinado momento. Para evitar problemas borré la insignia. Me dolió esa actitud de mi club de siempre, pero el que mi escuela esté ahora en receso no fue consecuencia de ese problema”.

-¿Por qué entonces?

“Ocurre que hay muchas escuelas en la capital, aproximadamente 400, pero pienso que para hacer una mejor labor hay que reinventarse. ¿Cómo? Con una mayor tecnificación de los aspectos del fútbol que se enseñan. En otras palabras, para buscar que la escuela sea recreativa pero al mismo tiempo formativa. Es decir, que de ella puedan salir chicos con más y mejores fundamentos, capaces de integrarse luego a las series menores de cualquier equipo. Y si para ello debo rebajar de 100 niños a una matrícula de sólo 30 o 40, lo voy a hacer. Después de todo, nunca dependí de mi escuela para vivir. Mi empresa, por suerte, me permite darle un buen pasar a mi señora, Shirley, y a mis dos hijos, Gabriel Mauricio, de 4 años, y León Mario, de 9 meses”.

 

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