0 of 5
El Gráfico Chile
PUBLICIDAD
Santiago Wanderers es uno de esos equipos que tienen hinchas en todo el mundo y que se los gana por diversas razones que no necesariamente están vinculadas a lo que pase dentro de la cancha con las actuaciones de su plantel de honor.
Bien lo sabe Humberto Montoya, peruano de origen que en el 1996 llegó a Chile sin saber que dicho viaje marcaría el resto de su vida. Llegó a ver a un hermano que se encontraba radicado en Valparaíso y como buen joven, pisó suelo nacional con sed de aventura.
Venía por un par de días, pero como dice la canción del Gitano Rodríguez, el Puerto amarra como el hambre, y algo así le sucedió a Humberto. Se cautivó con la ciudad, con su gente, con los cerros, el mar y ese inconfundible ambiente, pero lo más importante es que se enamoró de Gladys, una porteña de tomo y lomo. Y todo lo anterior involucra un asunto más: Santiago Wanderers.
Un amigo lo llevó por primera vez al coloso de Playa Ancha y aquella experiencia lo hizo descubrir un amor inquiebrantable. “Me encantó el equipo, ver a tanta familia junta alentando a un cuadro de fútbol. En ese tiempo jugaba el “Toby” Vega, David Pizarro, tremendos jugadores…. El verde se hizo parte de mí y de mi familia”, narra Montoya.
Radicado en el cerro Cordillera, junto a Gladys, Humbeto tiene dos hijas, una de 15 y otra de 5 años. “Yo y mi hija de 15 somos socios del Club. Voy con ambas al estadio, no nos perdemos ningún partido”, cuenta.
Y es la menor la que lleva para todas partes estampado el amor por Wanderes, ya que sus padres la bautizaron Monserrat Wanderina. “A mi hija menor le pusimos “Monserrat Wanderina”, en honor a Wanderers, porque el Decano es parte de nuestras vidas”, explica este particular hincha del cuadro del Puerto.
GRAF/PS