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Por Rodrigo Realpe V. – El Gráfico Chile
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Si hay un equipo en el fútbol chileno que carga con varios apodos es Universidad de Chile. Desde el “Romántico Viajero” hasta el “Bullanguero”, los hinchas azules han convivido con una serie de sobrenombres que durante sus 88 años de vida le han dado identidad y bagaje al pueblo azul.
Pero hay un apodo que refleja el espíritu universitario y la historia del club: el chuncho. Desde su nacimiento, el búho con el ceño fruncido y mirada intensa ha acompañado, impregnado en la piel, la pasión del pueblo azul.
Un poco de historia. Fueron los dirigentes de la Universidad de Chile, Pablo Ramírez y los hermanos Darío y Pablo Sainte Marie, quienes se comprometieron a crear un club que representara a la casa de estudios. Una vez fundado el club, el 24 de mayo de 1927, se logró fusionar el Club Náutico Universitario con otras ramas de la universidad dando origen al Club Universitario de Deportes, que en fue inscrito a la Liga Central de Fútbol de Santiago.
Fue en el debut ante Unión Condell cuando la historia de la U quedaría marcada a fuego para siempre: ese día, los jugadores lucían en su casaquilla el emblema de un chuncho.
Pero, ¿por qué el escudo de la U es la figura del animal carnívoro que habita entre Atacama y Tierra del Fuego? ¿Quién tuvo la idea de que el símbolo del club estuviese reflejado en la mirada intensa de un ave?.
En la revista “Los Sports”, previos al año 1928, se pueden encontrar antecedentes y las razones del origen.
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“El diseño de este chuncho fue traído desde Alemania por don Pablo Ramírez, distinguido dirigente de la natación (…) El chuncho de la U simboliza la sabiduría, el conocimiento mutuo, la armonía entre el cuerpo y el espíritu, suprema aspiración del deporte bien entendido”, señala el texto que, recalca que en la práctica fue Horacio Ramírez, hermano de Pablo, quien lo adapta y utiliza como símbolo del Club Náutico, aunque en ambos recae la responsabilidad de haber inmortalizado el ave en la piel azul.
¿Quién fue Pablo Ramírez?
“El nombre de Pablo Ramírez es desconocido para la inmensa mayoría de los chilenos, incluidas muchas personas poseedoras de un aceptable bagaje histórico nacional”, cuenta el abogado e historiador Jaime Esponda Fernández, en el inicio de su libro “Pablo Ramírez: Figura desconocida”, escrito en 2013.
Es cierto. Para muchos, Pablo Ramírez es una figura desconocida en la historia de Chile. Sin embargo, y en términos concretos, Ramírez “se erige como el gran reformador de la administración pública que sienta las bases de la nueva institucionalidad financiera del país”, asegura Esponda en su obra.
En 1927, y mientras Ramírez participaba activamente como dirigente en la rama deportiva de la Universidad de Chile, el presidente de la República Carlos Ibáñez del Campo lo nombra ministro de Hacienda.
Radical de tomo y lomo, el aporte del oriundo de Valparaíso a la política del país fue sustancial e impactante: “Creó la Contraloría General de la República, siendo el primer contralor; la Tesorería General de la República, la Inspección General de Sociedades Anónimas y Operaciones Bursátiles (actual Superintendencia), y la Superintendencia de Seguros, la Superintendencia del Salitre y Yodo, y el Instituto de Crédito Industrial. Reorganizó el ministerio de Hacienda, creando la Oficina de Presupuestos, y los servicios de Impuestos Internos y Aduanas”, asegura Esponda en su libro “Pablo Ramírez: Figura desconocida”. Organizar la COSACH (Compañía Salitrera de Chile) también fue tarea del abogado.
La capacidad de gestión le valió a Ramírez ser nombrado como “súper ministro”.
A su desempeño en la institucionalidad del país, Ramírez también dedicó labores legislativas en la Cámara: Durante cuatro períodos (1912-1915, 1915-1918, 1918-1921 y 1924-1927) el jurista fue diputado por diferentes circunscripciones.
Luego, en 1945 fue nombrado ministro por el Presidente Juan Antonio Ríos, pero en su desempeño se mostró “deslucido y de mera administración, lo cual obedeció a la pérdida de sus condiciones físicas y psicológicas”, señala el artículo de Esponda.
Un bohemio olvidado.
Los mitos sobre la vida privada de Pablo Ramírez no se hicieron esperar. “Otra característica marcadísima de su íntima personalidad era el afán de placer que manifestaba en farras y correrías nocturnas. El desenfado con que practicaba la bohemia dio paso a la murmuración, y frecuentemente, a una abierta maledicencia relacionada con condición sexual”, narra Esponda en su obra.
¿Por qué razón su figura no está en la memoria colectiva? Esponda abunda en ese punto: “Sin una colectividad política o una iglesia o una logia masónica que lo rememorasen, su figura se apagó hasta casi desaparecer”.
Hoy que la U cumple 88 años, los hinchas azules quizás le deben a Pablo Ramírez Rodríguez algo más que el nombre de una calle en la población Valencia de Quilpué, hasta ahora, el único reconocimiento que ha obtenido el “súper ministro”.
GRAF/RR