Columna: El poder de la organización

"Aunque finalmente no hubo acuerdo y Ormeño terminó retirándose, lo hecho por los hinchas es, al menos, aplaudible y reinstala la ilusión que pueden ejercer presión ante los grandes grupos de poder que comandan actualmente nuestro fútbol".

La toma de los hinchas de Santiago Wanderers / Crédito: Aton Chile

Por Gonzalo Pérez Amar
Editor web El Gráfico Chile

@perezamar

De un tiempo a esta parte, la ciudadanía chilena está tomando conciencia de los problemas que viven y las injusticias que tienen que sortear a diario. Las manifestaciones en las calles ya no son propias sólo de los estudiantes, como venía siendo la tónica en el último tiempo, y la explosión social está traspasando fronteras de edad y clases.

El pueblo chileno está volviendo a entender que la organización es una gran herramienta de combate que les entrega voz para luchar. Una ruptura de la gente frente a la institucionalidad que en el fútbol nacional parecía perdida desde que desintegraron los clubes sociales con la ley de sociedades anónimas deportivas, pero que los hinchas de Santiago Wanderers se encargaron de demostrar que no es así.

Apenas se enteraron que los dirigentes no le renovarían contrato a Jorge Ormeño, las manifestaciones en el puerto empezaron a tomar fuerza. Y no se quedaron con un simple hashtag en Twitter. No. Los wanderinos se organizaron y le hicieron frente a la sociedad anónima. Primero se manifestaron en la sede del club y después, para hacerse sentir y ser escuchados, realizaron una toma pacífica en el mismo lugar. ¿El resultado? La dirigencia se replanteó la situación y pactaron una reunión con el histórico capitán para evaluar una posible renovación.

Aunque finalmente no hubo acuerdo y Ormeño terminó retirándose, lo hecho por los hinchas es, al menos, aplaudible y reinstala la ilusión que pueden ejercer presión ante los grandes grupos de poder que comandan actualmente nuestro fútbol. La manifestación en Valparaíso resultó y debe ser un ejemplo para los fanáticos de los otros clubes que se están volviendo a organizar.

La organización entrega poder y en el fútbol no es distinto, si no pregúntele a los socios de San Lorenzo que recuperaron Boedo. En base a manifestaciones y colectas de dinero, consiguieron algo que parecía imposible: recuperar un terreno que les había quitado la dictadura. Pero no es sólo un terreno. Es el sentimiento de pertenencia. Es un barrio. Es generar comunidad.

Uno de los temores que podían tener en las sociedades anónimas deportivas en Chile se está haciendo latente. Los hinchas, muchas veces vilipendiados por los controladores de los clubes, se cansaron de no tener opinión o voz en el acontecer de su club y de a poco empezarán a demostrar su descontento por las decisiones que toman otros. Otros que muchas veces no llegan a entender el camino que deben seguir y que pueden estar muy lejos del sentido de pertenencia que tienen aquellos que quieren volver a ser escuchados.

GRAF/GP

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