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El Gráfico Chile
El escándalo del tenis que se destapó esta semana sigue dando que hablar y de a poco los jugadores comienzan a dar su impresión sobre los arreglos de partidos. Este miércoles el turno fue el de un tenista, quien, manteniendo su anonimato, señaló que hasta el día de hoy sigue arreglando partidos y le han cancelado hasta dos mil dólares por dejarse perder un compromiso.
En una extensa carta publicada por el sitio tenis chile, la raqueta asegura seguir en actividad, explicó que el arreglo de partidos le sirvió para desprenderse de la ayuda que recibía de sus padres y que seguirá siendo parte de los amaños.
Lee la extensa carta del jugador nacional quien, incluso, reveló que hasta por cometer una doble falta recibe dinero.
Soy jugador profesional, tengo puntos ATP, he participado en muchos torneos futuros y algunos Challenger, por hoy esa es mi carta de identificación, no puedo dar mi nombre ni el de los demás porque con esta declaración podría quedar fuera del tenis por el resto de mi vida y hoy es lo único que tengo, es mi pasión, es a lo que he dedicado mi vida entera y no quiero ser sancionado.
Todo partió hace unos años cuando comencé a tener resultados, después de varias giras costeadas por mis padres que a punta de esfuerzos económicos confiaron en mi, logré sacar mis primeros puntos ATP.
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No soy de una familia acomodada, ni tampoco me sobra el dinero como para darme un ‘gustito’ de viajar por placer, lo hago porque confío en mi, en mis sueños, confío en mi juego y por sobre todo confío en mis ganas.
Cuando comencé a tener resultados y los puntos empezaron a caer, se acercó a mi una persona ofreciendo 1.500 dólares por perder en primera ronda de un Future con un jugador que en la cancha era poco probable que me venciera, la primera vez no accedí, gané y avancé, pero en mi mente me quedó dando vuelta la opción de haber aceptado. En ese torneo perdí en segunda ronda y a la organización del torneo le correspondía entregarme 200 dólares de premios, descontando los impuestos me quedé con mucho menos y en mi mente me daban vuelta los 1.500 dólares que me habían ofrecido.
Tras una semana llena de confusiones, donde se me pasó la idea de aceptar esa oferta más veces que la imagen de mi primera raqueta, la oferta reapareció con un pozo mayor, a la semana siguiente, esta misma persona me ofrece 2.000 dólares que finalmente acepté, lleno de dudas, nerviosismo y miedo me dejé perder contra otro jugador al que yo le había ganado dos partidos, el «prize money» del torneo me entregó 117 dólares (menos impuestos) por caer en la ronda de 32, pero en mi bolsillo tenía 2.000 extras que me dieron la tranquilidad emocional de poder seguir compitiendo.
Por primera vez en mi carrera podía llamar a mis padres para contarles como me iba sin pedirles un dólar para gastos, me sentía autosuficiente, jugué con menos presión, pude costear un mejor hotel y de paso pude llevarles un regalo a mis padres al volver a mi país, sentía que por primera vez tenía una salida, una mano que me ayudaría a cumplir mi sueño.
Fueron pasando los meses y mis padres seguían sin recursos para apoyarme, los auspiciadores no existían y el premio de los torneos no me permitía costear hotel, comidas, cuerdas, lavado de ropa, entrenador, suplementos, entrenamientos ni nada, para la realidad del tenis de hoy la bolsa de premios es una limosna.
Las ventas de mis partidos fueron siendo más usuales, pero a la vez me fui desprendiendo monetariamente de mis padres. El miedo jugaba conmigo en la cancha porque de vez en mes veía estas grandes sanciones a jugadores descubiertos y temía ser el siguiente.
Meses después en un futuro en Argentina me toca enfrentar en primera ronda a un jugador al que nunca le había sacado ni tres juegos en un set, era mi rival a vencer, mi bestia negra, el favorito del torneo y más de 600 puestos mejor encumbrado que yo en el ranking ATP, entré enfocado, tanto que gané el primer set por 6-1, sorpresa para mi y para la escasa gente que nos fue a ver, cuando gané el segundo set por 6-2 me di cuenta que no era el único que estaba en este ‘mundillo’ oscuro llamado apuestas.
Hoy mi realidad es similar, sigo jugando futuros y Challenger, sigo vendiendo algunos partidos, pero más a menudo vendo solo algunos set e incluso he llegado a vender juegos y para sorpresa he vendido hasta doble faltas en el servicio. No me arrepiento, no me da vergüenza ni tampoco me jacto de esto, lo siento un mal necesario y mientras las autoridades no mejoren los premios de los torneos, yo y todos mis cercanos seguiremos incurriendo en esta falta para poder vivir de nuestra pasión.
GRAF/PMR